Mediodía

mediodía
Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el Miércoles de la novena semana después Pentecostés

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Oración Matutina Diaria

No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Hebreos 9:24

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

La misericordia del Señor es para siempre: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 101
Misericordia y justicia cantaré; *
a ti cantaré alabanzas, oh Señor.
Me esforzaré por seguir un camino intachable; ¿cuándo vendrás a mi? *
Andaré con sencillez de corazón dentro de mi casa.
No pondré delante de mis ojos cosa indigna; *
aborrezco a los malhechores; no se quedarán conmigo.
Corazón perverso alejaré de mí; *
no conoceré el mal.
A los que en secreto difaman a su prójimo, haré callar; *
ojos engreídos, corazones arrogantes, no los puedo soportar.
Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que vivan conmigo; *
sólo los que siguen un camino intachable me servirán.
No habitarán en mi casa los que hacen fraudes, *
y cuantos hablan mentiras no durarán en mi presencia.
Pronto destruiré a todos los malvados de la tierra, *
para extirpar de la ciudad del Señor a todos los malhechores.

Salmo 109
Oh Dios de mi alabanza, no calles; *
porque la boca del malvado, la boca del engañador,
se ha abierto contra mí.
Me hablan con lengua mentirosa, *
me rodean con palabras de odio,
me combaten sin causa.
A pesar de mi amor, me acusan; *
en cuanto a mí, yo oro por ellos.
Me devuelven mal por bien, *
y odio por amor.
Pon contra él un malvado, *
y que un acusador esté a su diestra.
Cuando fuere juzgado, salga culpable, *
y sea su apelación rehusada.
Sean pocos sus días, *
y tome otro su oficio.
Sean huérfanos sus hijos, *
y su mujer viuda.
Que sus hijos sean abandonados y mendiguen; *
sean echados de las ruinas de sus hogares.
Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene, *
y extranjeros saqueen sus ganancias.
Que nadie le muestre clemencia, *
y ninguno se compadezca de sus huérfanos.
Que su posteridad sea exterminada, *
y borrado su apellido en la siguiente generación.
Que la maldad de sus padres se recuerde ante el Señor, *
y el pecado de su madre no sea borrado;
Que su pecado esté siempre presente delante del Señor; *
mas su memoria arranque de la tierra;
Porque no se acordó de hacer misericordia, *
sino persiguió al pobre y menesteroso,
y al atribulado buscó para darle muerte.
Amó la maldición: recaiga sobre él; *
despreció la bendición: que se aparte de él.
Se vistió de maldición como de un traje; *
que le cale como agua hasta las entrañas,
y como aceite hasta los huesos.
Séale como el manto con que se envuelve, *
como el cinturón que lo ciñe siempre.
ea éste el pago del Señor a los que me acusan, *
a los que me calumnian.
Pero tú, oh Señor mi Dios,
favoréceme por amor de tu Nombre: *
líbrame por la ternura de tu bondad;
Porque soy pobre y menesteroso, *
y mi corazón está herido dentro de mí.
Desaparezco como la sombra cuando se alarga, *
me sacuden como a la langosta.
Mis rodillas están debilitadas por no comer, *
estoy flaco y descarnado.
He llegado a ser oprobio para ellos; *
cuando me ven, menean la cabeza.
Ayúdame, oh Señor mi Dios; *
sálvame por tu misericordia.
Reconozcan que ésta es tu mano, *
que eres tú, oh Señor, quien lo ha hecho.
Podrán maldecir, pero tú bendecirás; *
que sean avergonzados los que se levantan contra mí,
y se regocijará tu siervo.
Sean vestidos de infamia los que me acusan, *
sean envueltos de vergüenza como con un manto.
Yo daré gracias al Señor con voz potente; *
en medio de la muchedumbre le alabaré;
Porque él se pone a la diestra del pobre, *
para salvar la vida de los que le condenarían.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

2 Samuel 14:21-33
Como consecuencia de esto, el rey dijo a Joab:
–Mira, ya he resuelto este asunto. Ve y haz que regrese el joven Absalón.
Entonces Joab se inclinó hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, bendijo al rey y le dijo:
–Hoy he podido ver que cuento con el favor de Su Majestad, ya que Su Majestad ha hecho lo que este servidor suyo le sugirió hacer.
En seguida Joab se levantó y fue a Guesur para traer a Absalón a Jerusalén. Pero el rey ordenó que se fuera directamente a su casa y no se presentara ante él; por tanto, Absalón se fue a su casa sin ver al rey.
En todo Israel no había un hombre tan bien parecido como Absalón, y tan alabado por ello. De pies a cabeza no tenía defecto alguno. Cuando se cortaba el pelo, lo cual hacía cada fin de año, porque le molestaba, sus cabellos pesaban más de dos kilos, según el peso real. Y Absalón tenía tres hijos y una hija, llamada Tamar, que era muy hermosa. Durante dos años, Absalón estuvo en Jerusalén sin poder presentarse ante el rey así que Absalón pidió a Joab que fuera a visitar al rey de su parte; pero Joab no quiso ir. Por segunda vez Absalón le pidió que fuera, pero Joab tampoco fue. Entonces ordenó Absalón a sus criados:
–Miren, el campo de Joab está junto al mío, y lo tiene sembrado de cebada; ¡vayan y préndanle fuego!
Los criados de Absalón fueron y prendieron fuego al campo de Joab, el cual fue inmediatamente a casa de Absalón y le preguntó:
–¿Por qué han prendido fuego tus criados a mi campo?
Absalón le respondió:
–Te mandé a decir que vinieras aquí para enviarte a ver al rey y decirle de mi parte que no tuvo objeto que yo me viniera de Guesur; que hubiera sido mejor que me quedara allá. Yo quiero ver al rey, y si soy culpable de algo, que me mate.
Entonces Joab fue a ver al rey y le comunicó lo que decía Absalón, y el rey lo mandó llamar. Y al llegar Absalón ante el rey, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. El rey, por su parte, lo recibió con un beso.

Tercer Cántico de Isaías Surge, illuminare
Isaías 60:13, 11a, 14c, 18-19

Surge, ilumina, pues ha llegado tu luz, *
y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido.
Mira cómo las tinieblas cubren la tierra, *
y densa oscuridad a los pueblos.
Mas sobre ti amanece el Señor, *
y su gloria aparece sobre ti.
Correrán las naciones a tu luz, *
y los reyes a la claridad de tu alborada.
Abiertas de continuo estarán tus puertas; *
ni de día ni de noche se cerrarán.
Te llamarán la Ciudad del Señor, *
la Sión del Santo de Israel.
No se oirá más de violencia en tu tierra, *
ni de ruina o destrucción en tus fronteras.
Llamarás a tus murallas, Salvación, *
y a tus puertas, Alabanza.
El sol no será para ti ya más tu luz del día, *
ni de noche necesitarás el lustre de la luna.
Tendrás al Señor por luz eterna, *
y tu Dios será tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 21:15-26
Después de esto, nos preparamos y nos fuimos a Jerusalén. Nos acompañaron algunos creyentes de Cesarea, quienes nos llevaron a casa de un hombre de Chipre llamado Mnasón, que era creyente desde hacía mucho tiempo y que iba a darnos alojamiento. Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría. Al día siguiente, Pablo fue con nosotros a visitar a Santiago, y allí estaban también todos los ancianos. Pablo los saludó, y luego les contó detalladamente las cosas que Dios había hecho por medio de él entre los no judíos. Cuando lo oyeron, alabaron a Dios. Dijeron a Pablo:
–Bueno, hermano, ya ves que entre los judíos hay muchos miles que han creído, y todos ellos insisten en que es necesario seguir la ley de Moisés. Y les han informado que a todos los judíos que viven en el extranjero tú les enseñas que deben renegar de la ley de Moisés, y les dices que no deben circuncidar a sus hijos ni seguir nuestras costumbres. ¿Qué hay de esto? Pues sin duda la gente va a saber que has venido. Lo mejor es que hagas lo siguiente: Hay aquí, entre nosotros, cuatro hombres que tienen que cumplir una promesa. Llévalos contigo, purifícate junto con ellos y paga sus gastos, para que ellos puedan hacerse cortar el cabello. Así todos verán que no es cierto lo que les han dicho de ti, sino que, al contrario, tú también obedeces la ley. En cuanto a los que no son judíos y han creído, ya les hemos escrito nuestra decisión: no deben comer carne que haya sido ofrecida a los ídolos, ni sangre, ni carne de animales estrangulados, y deben evitar los matrimonios prohibidos.
Entonces Pablo se llevó a los cuatro hombres, y al día siguiente se purificó junto con ellos; luego entró en el templo para avisar cuándo terminarían los días del cumplimiento de la promesa, es decir, cuándo cada uno de ellos tendría que presentar su ofrenda.

Cántico de Zacarías Benedictus Dominus Deus
San Lucas 1:68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos un poderoso Salvador *
en la casa de David su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
y de la mano de todos los que nos odian,
Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos con santidad y justicia
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
Anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas y
en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar y hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

completas

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4 Cum invocarem
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *
cuando estaba en angustia, tú me libraste;
ten misericordia de mí, y escucha mi oración.
“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *
amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”
Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *
el Señor oirá cuando yo a él clamare.
Tiemblen y no pequen; *
mediten en su corazón estando en su cama, y callen.
Ofrezcan sacrificios rectos, *
y confíen en el Señor.
Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.
Tú diste alegría a mi corazón, *
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *
porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30
Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Martes de la novena semana después Pentecostés

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Oración Vespertina Diaria

Ascienda mi oración como incienso ante tu presencia, el alzar de mis manos como el sacrificio vespertino. Salmo 141:2

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 94
Oh Señor Dios de la venganza, *
oh Dios de la venganza, muéstrate.
Levántate, oh Juez del mundo, *
da su merecido a los soberbios.
¿Hasta cuándo los malvados, oh Señor, *
hasta cuándo los malvados triunfarán ?
¿Hasta cuándo los insolentes bravearán, *
y se vanagloriarán los malhechores?
A tu pueblo, oh Señor, quebrantan, *
y afligen a tu heredad.
Matan a la viuda y al extranjero, *
y a los huérfanos quitan la vida.
Sin embargo, dicen: “El Señor no lo ve; *
no lo observa el Dios de Jacob”.
Consideren bien, tontos del pueblo; *
ustedes, necios, ¿cuándo entenderán?
El que plantó el oído, ¿no va a oír? *
El que formó el ojo, ¿no va a ver?
El que corrige a las naciones, ¿no va a castigar? *
El que instruye a todo hombre, ¿no va a saber?
El Señor conoce los pensamientos humanos, *
que no son mas que un soplo.
Dichosos los que tú instruyes, oh Señor, *
los que tú enseñas con tu ley,
Dándoles descanso en los días malos, *
en tanto que para los malvados se cava el hoyo.
Ciertamente no abandonará el Señor a su pueblo, *
ni dejará sin amparo a su heredad;
Porque el juicio volverá a ser justo, *
y lo seguirán todos los rectos de corazón.
¿Quién por mí se levantó contra los malignos? *
¿Quién se colocó a mi lado frente a los malhechores?
Si no me hubiera ayudado el Señor, *
pronto habría morado en la tierra de silencio.
Cuantas veces decía: “Mi pie resbala *
tu amor, oh Señor, me sustentaba.
Cuando se multiplican mis ansiedades, *
tus consolaciones alegran mi alma.
¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo, *
que convierte la injusticia en ley?
Conspiran contra la vida del justo, *
y al inocente condenan a muerte;
Mas el Señor se hizo mi baluarte, *
y mi Dios la roca de mi refugio.
El hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia malicia; *
los destruirá el Señor nuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

San Marcos 10:1-16
Jesús salió de Cafarnaúm y fue a la región de Judea y a la tierra que está al oriente del Jordán. Allí volvió a reunírsele la gente, y él comenzó de nuevo a enseñar, como tenía por costumbre. Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron si al esposo le está permitido divorciarse de su esposa. Él les contestó:
–¿Qué les mandó a ustedes Moisés?
Dijeron:
–Moisés permitió divorciarse de la esposa dándole un certificado de divorcio.
Entonces Jesús les dijo:
–Moisés les dio ese mandato por lo tercos que son ustedes. Pero en el principio de la creación, ‘Dios los creó hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. Jesús les dijo:
–El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo:
–Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.

Cántico de María Magnificat
San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su Nombre es santo.
Su misericordia llega a sus fieles, *
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo; *
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos, *
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes, *
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, *
acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, *
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

B
V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
R. Te rogamos, Señor.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar y hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

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Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Demos gracias a Dios.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, “La paz les dejo, mi paz les doy”: No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el Martes de la novena semana después Pentecostés

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Oración Matutina Diaria

No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Hebreos 9:24

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

La misericordia del Señor es para siempre: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 97
El Señor es Rey; regocíjese la tierra; *
alégrense la multitud de las islas.
Nubes y oscuridad alrededor de él; *
rectitud y justicia el cimiento de tu trono.
Fuego va delante de él, *
y abrasa a sus enemigos alrededor.
Sus relámpagos alumbran el mundo; *
viéndolo, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera a la vista del Señor, *
a la vista del Soberano de toda la tierra.
Los cielos anuncian su justicia, *
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Avergüéncense todos los que adoran imágenes de talla, *
los que se glorían en dioses falsos; póstrense ante él, dioses todos.
Sión oye, y se alegra, y las ciudades de Judá se gozan, *
a causa de tus juicios, oh Señor;
Porque tú eres el Señor, altísimo sobre toda la tierra; *
eres muy excelso sobre todos los dioses.
El Señor ama a los que aborrecen el mal; *
él preserva la vida de sus santos, y de mano de los malvados los libra.
Brota la luz para el justo, *
y alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor, *
dando gracias a su santo Nombre.

Salmo 99
El Señor es Rey; tiemblen los pueblos; *
está entronizado sobre querubines; sacúdase la tierra.
El Señor es grande en Sión; *
es excelso sobre todos los pueblos.
Alaben su Nombre, porque es grande y temible; *
Él es el Santo.
“Oh Rey poderoso, amante de la justicia, has establecido la equidad; *
has administrado la justicia y el derecho en Jacob”.
Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios,
y póstrense ante el estrado de sus pies; *
Él es el Santo.
Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocan su Nombre, *
invocaban al Señor, y él les respondía.
Desde la columna de nube les hablaba; *
guardaban sus testimonios, y el decreto que les dio.
“Oh Señor Dios nuestro, en verdad les respondías; *
tú eras para ellos un Dios de perdón; con todo, les castigabas por sus malas obras”.
Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios, y adórenle sobre su santo monte, *
porque el Señor nuestro Dios es el Santo.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

2 Samuel 14:1-20
Joab, hijo de Seruiá, sabía que el rey echaba mucho de menos a Absalón, así que mandó traer de Tecoa a una mujer muy astuta que allí vivía. Le dijo: “Finge que estás de duelo y vístete de luto; y no te eches perfume, pues debes parecer una mujer que durante mucho tiempo ha estado de luto por algún muerto. Luego preséntate ante el rey y repite exactamente lo que te voy a decir.”
Luego que Joab le dijo lo que tenía que repetir, aquella mujer de Tecoa fue ante el rey, e inclinándose hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, le dijo:
–¡Dígnese Su Majestad ayudarme!
–¿Qué te pasa? –le preguntó el rey.
Ella respondió:
–Yo soy viuda, mi marido ha muerto, y dos hijos que tenía esta servidora de Su Majestad tuvieron una pelea en el campo; y como no hubo quien los separara, uno de ellos hirió al otro y lo mató. Y ahora todos mis parientes se han puesto en contra mía y quieren que yo les entregue al que mató a su hermano, para vengar la muerte del que fue asesinado y al mismo tiempo quitar de en medio al único heredero. Así van a apagar la única brasa que me ha quedado, y van a dejar a mi marido sin ningún descendiente que lleve su nombre en la tierra.
Entonces el rey respondió a la mujer:
–Vete a tu casa, que yo voy a dar órdenes en favor tuyo.
La mujer le contestó:
–Mi rey y señor, si alguien ha de cargar con la culpa, que seamos yo y mi familia paterna, pero no Su Majestad ni su gobierno.
Y el rey contestó:
–Al que te amenace, tráemelo, y no volverá a molestarte más.
Pero ella insistió:
–¡Ruego a Su Majestad que invoque al Señor su Dios, para que el pariente que quiera vengar la muerte de mi hijo no aumente la destrucción matando a mi otro hijo!
El rey afirmó:
–¡Te juro por el Señor que no caerá al suelo ni un pelo de la cabeza de tu hijo!
Pero la mujer siguió diciendo:
–Permita Su Majestad que esta servidora suya diga tan solo una palabra más.
–Habla –dijo el rey.
Entonces la mujer preguntó:
–¿Por qué, pues, piensa Su Majestad hacer esto mismo contra el pueblo de Dios? Según lo que Su Majestad mismo ha dicho, resulta culpable por no dejar que regrese su hijo desterrado. Es un hecho que todos tenemos que morir; somos como agua que se derrama en el suelo, que no se puede recoger. Sin embargo, Dios no quita la vida a nadie, sino que pone los medios para que el desterrado no siga alejado de él. Ahora bien, si yo he venido a decir esto a Su Majestad, mi señor, es porque la gente me atemorizó. Por eso decidió esta servidora suya hablar, por si acaso Su Majestad aceptaba hacer lo que he pedido. Si Su Majestad me atiende, podrá librarme de quien quiere arrancarnos, a mi hijo y a mí, de esta tierra que pertenece a Dios. Esta servidora suya espera que la respuesta de Su Majestad la tranquilice, pues Su Majestad sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, igual que un ángel de Dios. ¡Que Dios el Señor quede con Su Majestad!
El rey respondió a la mujer:
–Te ruego que no me ocultes nada de lo que voy a preguntarte.
–Hable Su Majestad –contestó la mujer.
Entonces el rey le preguntó:
–¿No es verdad que Joab te ha metido en todo esto?
Y la mujer contestó:
–Juro por Su Majestad que nada hay más cierto que lo que Su Majestad ha dicho. En efecto, Joab, oficial de Su Majestad, es quien me ordenó venir, y él mismo me dijo todo lo que yo tenía que decir. Pero lo hizo con el deseo de que cambien las cosas. Sin embargo, Su Majestad es tan sabio que conoce como un ángel de Dios todo lo que ocurre en el país.

Cántico de Alabanza Benedictus es, Domine
Daniel (dc) 3:26, 52-56

Bendito eres tú, Señor Dios de nuestros padres; *
digno de alabanza, eres bendito.
Bendito el fulgor de tu santo Nombre, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria, *
en el trono de tu reino eres bendito.
Bendito eres, sentado sobre querubines, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.
Bendito tú, que sondeas los abismos; *
en la bóveda celeste eres bendito.
Bendito tú: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Hechos 21:1-14
Cuando dejamos a los hermanos, nos embarcamos y fuimos directamente a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. En Pátara encontramos un barco que iba a Fenicia, y en él nos embarcamos. Al pasar, vimos la isla de Chipre, y dejándola a mano izquierda seguimos hasta Siria. Y como el barco tenía que dejar carga en el puerto de Tiro, entramos allí. Encontramos a los creyentes, y nos quedamos con ellos siete días. Ellos, advertidos por el Espíritu, dijeron a Pablo que no debía ir a Jerusalén. Pero pasados los siete días, salimos. Todos, con sus mujeres y niños, nos acompañaron hasta fuera de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos. Luego nos despedimos y subimos al barco, y ellos regresaron a sus casas. Terminamos nuestro viaje por mar yendo de Tiro a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea. Fuimos a casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete ayudantes de los apóstoles, y nos quedamos con él. Felipe tenía cuatro hijas solteras, que eran profetisas. Ya hacía varios días que estábamos allí, cuando llegó de Judea un profeta llamado Agabo. Al llegar ante nosotros tomó el cinturón de Pablo, se sujetó con él las manos y los pies, y dijo:
–El Espíritu Santo dice que en Jerusalén los judíos atarán así al dueño de este cinturón, y lo entregarán en manos de los extranjeros.
Al oir esto, nosotros y los de Cesarea rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén. Pero Pablo contestó:
–¿Por qué lloran y me ponen triste? Yo estoy dispuesto, no solamente a ser atado sino también a morir en Jerusalén por causa del Señor Jesús.
Como no pudimos convencerlo, lo dejamos, diciendo:
–Que se haga la voluntad del Señor.

Cántico al Cordero Dignus es
Apocalipsis 4:11; 5:9-10, 13

Digno es, Señor nuestro Dios, *
atribuirte la gloria, el honor y el poder;
Porque tú has creado el universo, *
y por tu voluntad existió y fue creado.
Y digno es atribuir lo mismo a ti, Cordero inmolado, *
porque con tu sangre compraste para Dios,
De toda raza, lengua, pueblo y nación, *
un reino de sacerdotes para servir a nuestro Dios.
Por tanto, al que está sentado en el trono, *
y a Cristo el Cordero,
Sean adoración y honor, gloria y señorío, *
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar y hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

completas2

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4 Cum invocarem
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *
cuando estaba en angustia, tú me libraste;
ten misericordia de mí, y escucha mi oración.
“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *
amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”
Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *
el Señor oirá cuando yo a él clamare.
Tiemblen y no pequen; *
mediten en su corazón estando en su cama, y callen.
Ofrezcan sacrificios rectos, *
y confíen en el Señor.
Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.
Tú diste alegría a mi corazón, *
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *
porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30
Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Lunes de la novena semana después Pentecostés

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Oración Vespertina Diaria

Busquen al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; el Señor es su Nombre. Amós 5:8

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 89:19-52
Hablaste una vez a tus fieles en una visión, y dijiste: *
“He puesto la corona sobre un héroe; he levantado a un escogido del pueblo.
Hallé a David mi siervo; *
lo ungí con mi óleo sagrado.
Mi mano estará siempre con él; *
mi brazo también lo fortalecerá.
No lo engañará ningún enemigo, *
ni cualquier malvado lo humillará.
Aplastaré delante de él a sus enemigos *
y heriré a los que le aborrecen.
Mi amor y fidelidad lo acompañarán, *
y por mi Nombre será victorioso.
Pondré su izquierda sobre el mar, *
y su diestra sobre el río.
El me invocará: ‘Tú eres mi Padre, *
mi Dios, y la roca de mi salvación’.
Yo le pondré por primogénito, *
el más excelso de los reyes de la tierra.
Sostendré mi amor por él para siempre, *
y mi pacto continuará firme con él.
Afirmaré su descendencia para siempre, *
y su trono como los días de los cielos”.
“Si abandonaren sus hijos mi ley, *
y no anduvieren de acuerdo con mis juicios;
Si profanaren mis estatutos, *
y no guardaren mis mandamientos;
Entonces castigaré con vara su rebelión, *
y con azotes sus iniquidades;
Mas no retiraré de él mi amor, *
ni falsearé mi fidelidad.
No violaré mi pacto, *
ni cambiaré lo que ha salido de mis labios.
De una vez por todas he jurado por mi santidad: *
‘No mentiré a David.
Su linaje perdurará para siempre, *
y su trono como el sol delante de mí.
Será firme para siempre como la luna, *
testigo fiel en los cielos'”.
Pero te has airado con tu ungido; *
lo has rechazado y desechado.
Has roto el pacto con tu siervo; *
has profanado su corona, arrojándola al suelo.
Has abierto brecha en sus murallas, *
y has derribado sus fortalezas.
Lo saquean todos los que pasan por el camino; *
es escarnio de sus vecinos.
Has exaltado la diestra de sus enemigos; *
has alegrado a sus adversarios.
Has desviado el filo de su espada, *
y no lo has sostenido en la batalla.
Has acabado con su esplendor, *
y has derribado su trono por tierra.
Has acortado los días de su juventud, *
y lo has cubierto de ignominia.
¿Hasta cuándo, oh Señor, te esconderás? ¿Te esconderás para siempre? *
¿Hasta cuándo arderá tu ira como el fuego?
Recuerda, oh Señor, cuán breve es la vida,
cuán frágil has creado toda carne.
¿Quién vivirá y no verá la muerte? *
¿Quién podrá salvar su vida del poder de la fosa?
Oh Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias, *
que juraste a David en tu fidelidad?
Acuérdate, oh Señor, del escarnio de tu siervo, *
de las mofas de muchos pueblos, que llevo en mi seno,
Las mofas que tus enemigos, oh Señor, han lanzado, *
las que lanzaron a las huellas de tu ungido.
¡Bendito el Señor por siempre jamás! *
Amén y Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

San Marcos 9:42-50
Jesús les dijo: “A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que lo echaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Si tu mano te hace caer en pecado, córtatela; es mejor que entres manco en la vida, y no que con las dos manos vayas a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar. Y si tu pie te hace caer en pecado, córtatelo; es mejor que entres cojo en la vida, y no que con los dos pies seas arrojado al infierno. Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo; es mejor que entres con un solo ojo en el reino de Dios, y no que con los dos ojos seas arrojado al infierno, donde los gusanos no mueren y el fuego no se apaga. Porque todos serán salados con fuego. La sal es buena; pero si deja de estar salada, ¿cómo podrán ustedes hacerla útil otra vez? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.”

Cántico de María Magnificat
San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su Nombre es santo.
Su misericordia llega a sus fieles, *
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo; *
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos, *
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes, *
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, *
acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, *
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

B
V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
R. Te rogamos, Señor.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar y hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Sé nuestra luz en las tinieblas, oh Señor, y por tu gran misericordia defiéndenos de todos los peligros y riesgos de esta noche; por amor de tu único Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Dios de la esperanza nos colme de todo gozo y paz en nuestra fe, por el poder del Espíritu Santo. Amén. Romanos 15:13

Mediodía

mediodía
Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el Lunes de la novena semana después Pentecostés

Absalom UIG-911-06-299368 Banquet of Absalom Mattia Preti
Oración Matutina Diaria

No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Hebreos 9:24

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

La misericordia del Señor es para siempre: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 89:1-18
Tu amor, oh Señor, cantaré perpetuamente; *
de generación en generación anunciará mi boca tu fidelidad;
Porque seguro estoy que tu amor es para siempre; *
en los cielos has afirmado tu fidelidad.
“Hice pacto con mi escogido; *
juré a David mi siervo, diciendo:
‘Para siempre confirmaré tu linaje, *
y edificaré tu trono por todas las generaciones'”.
Proclaman los cielos tus maravillas, oh Señor, *
y tu fidelidad, en la asamblea de los seres celestiales;
Porque ¿quién en los cielos se compara al Señor? *
¿Quién como el Señor entre los dioses?
Dios es temido en el consejo de los seres celestiales, *
grande y terrible para cuantos le rodean.
Oh Señor Dios de los Ejércitos, ¿quién como tú? *
Dios poderoso, tu fidelidad te rodea.
Dominas la braveza del mar, *
y sosiegas el furor de las olas.
Tú quebrantaste a Rahab con herida de muerte;
con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.
Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; *
el mundo y su plenitud, tú lo fundaste.
El norte y el sur, tú los creaste; *
el Tabor y el Hermón cantan con júbilo en tu Nombre.
Tienes un brazo poderoso; *
fuerte es tu izquierda y alta tu diestra.
Rectitud y justicia son el cimiento de tu trono; *
amor y fidelidad van delante de tu rostro.
¡Dichoso el pueblo que sabe la aclamación festiva! *
Camina, oh Señor, a la luz de tu rostro.
En tu Nombre se regocija todo el día, *
y en tu justicia es jubiloso;
Porque tú eres la gloria de su fortaleza, *
y con tu favor se acrecienta nuestro poder.
Ciertamente, el Señor es nuestro Soberano, *
y nuestro Rey es el Santo de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

2 Samuel 13:23-39
Dos años después, la gente de Absalón estaba trasquilando sus ovejas en Baal-hasor, cerca del pueblo de Efraín, y Absalón invitó a comer a todos los hijos del rey. Además fue a ver al rey, y le dijo:
–Ahora que mis hombres están trasquilando mis ovejas, desearía que Su Majestad y sus oficiales honraran con su compañía a este siervo suyo.
Pero el rey le respondió:
–No, hijo mío, no podemos ir todos nosotros, para no ocasionarte demasiados gastos.
Y aunque Absalón insistió, el rey no quiso ir, pero le dio su bendición. Entonces Absalón dijo:
–Si eso no es posible, permita al menos Su Majestad que nos acompañe mi hermano Amnón.
–¿Y por qué quieres que te acompañe Amnón? –preguntó el rey.
Pero Absalón insistió tanto, que el rey permitió que Amnón y sus demás hijos fueran con él.
Absalón había preparado un banquete digno de un rey, y había ordenado a sus criados: “Fíjense bien cuando a Amnón ya se le haya subido el vino, y cuando yo les diga que lo maten, mátenlo. No tengan miedo de hacerlo, pues son órdenes mías. Así que tengan ánimo y valor.” Por lo tanto, cumpliendo las órdenes de Absalón, sus criados mataron a Amnón. Entonces todos los hijos del rey se levantaron, y montando en sus mulas huyeron. Cuando aún estaban de camino, le llegó a David el rumor de que Absalón había matado a todos sus hijos, y que ninguno de ellos había quedado vivo. Entonces el rey se levantó, se rasgó la ropa en señal de dolor y se tendió en el suelo. Todos sus oficiales allí presentes se rasgaron también la ropa; pero Jonadab, el hijo de Simá, hermano de David, tomó la palabra y dijo:
–No piense Su Majestad que han matado a todos sus hijos. Solo han matado a Amnón, pues así lo había decidido Absalón desde el día que Amnón violó a su hermana Tamar. Por lo tanto, no crea Su Majestad que todos los príncipes han muerto. El único que ha muerto es Amnón.
Mientras Absalón se daba a la fuga, el joven que estaba de centinela alzó la vista y vio un grupo numeroso de gente que bajaba por el camino de Horonaim, por la ladera de la montaña. Entonces el centinela fue a decirle al rey que había visto gente bajando por el camino de Horonaim. Y Jonadab dijo al rey:
–Ya vienen los hijos de Su Majestad, tal como había pensado este servidor suyo.
Apenas había terminado él de hablar, cuando llegaron los hijos del rey y se pusieron a llorar a voz en cuello. También el rey y todos sus oficiales lloraron muchísimo. Absalón, por su parte, huyó y se fue con Talmai, hijo de Amihud, rey de Guesur, y allí se quedó durante tres años. Y David lloraba todos los días por la muerte de su hijo Amnón, pero cuando se consoló de su muerte, sintió un profundo deseo de ver a Absalón.

Primer Cántico de Isaías Ecce, Deus
Isaías 12:2-6

He aquí es Dios quien me salva; *
confiaré en él y no temeré.
Mi fortaleza y mi refugio es el Señor; *
él se hizo mi Salvador.
Sacarán ustedes aguas con júbilo *
de las fuentes de salvación.
Aquel día dirán: *
Den gracias al Señor e invoquen su Nombre.
Cuenten a los pueblos sus hazañas; *
pregonen que su Nombre es excelso.
Canten alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas sublimes, *
y esto es conocido por toda la tierra.
Vitoreen, habitantes de Sión, con gritos de júbilo, *
porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 20:17-38
Estando en Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso. Cuando llegaron les dijo: “Ustedes saben cómo me he portado desde el primer día que vine a la provincia de Asia. Todo el tiempo he estado entre ustedes sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y en medio de muchas pruebas que me vinieron por lo que me querían hacer los judíos. Pero no dejé de anunciarles a ustedes nada de lo que era para su bien, enseñándoles públicamente y en sus casas. A judíos y a no judíos les he dicho que se vuelvan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora voy a Jerusalén, obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. Lo único que sé es que, en todas las ciudades a donde voy, el Espíritu Santo me dice que me esperan la cárcel y muchos sufrimientos. Para mí, sin embargo, mi propia vida no cuenta, con tal de que yo pueda correr con gozo hasta el fin de la carrera y cumplir el encargo que el Señor Jesús me dio de anunciar la buena noticia del amor de Dios. Y ahora estoy seguro de que ninguno de ustedes, entre quienes he anunciado el reino de Dios, me volverá a ver. Por esto quiero decirles hoy que no me siento culpable respecto de ninguno, porque les he anunciado todo el plan de Dios, sin ocultarles nada. Por lo tanto, estén atentos y cuiden de toda la congregación, en la cual el Espíritu Santo los ha puesto como pastores para que cuiden de la iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre. Sé que cuando yo me vaya vendrán otros que, como lobos feroces, querrán acabar con la iglesia. Aun entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán mentiras para que los creyentes los sigan. Estén alerta; acuérdense de que durante tres años, de día y de noche, no dejé de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes. Ahora, hermanos, los encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para hacerlos crecer espiritualmente y darles todo lo que ha prometido a su pueblo santo. No he querido para mí mismo ni el dinero ni la ropa de nadie; al contrario, bien saben ustedes que trabajé con mis propias manos para conseguir lo necesario para mí y para los que estaban conmigo. Siempre les he enseñado que así se debe trabajar y ayudar a los que están en necesidad, recordando aquellas palabras del Señor Jesús: ‘Hay más dicha en dar que en recibir.’ ” Después de decir esto, Pablo se puso de rodillas y oró con todos ellos. Todos lloraron, y abrazaron y besaron a Pablo. Y estaban muy tristes, porque les había dicho que no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.

Cántico de los Redimidos Magna et mirabilia
Apocalipsis 15:3-4

Grandes y asombrosas son tus obras, *
Señor Dios, Rey del universo;
Justos y fidedignos tus caminos, *
oh Rey de los siglos.
¿Quién no te acatará y bendecirá tu Nombre? *
Tú sólo eres el Santo.
Todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, *
Pues tus hechos justos se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar y hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, que has hecho de una sola sangre a todos los pueblos de la tierra, y enviaste a tu bendito Hijo a predicar la paz, tanto a los que están lejos como a los que están cerca: Concede que la gente en todo lugar te busque y te encuentre; trae a las naciones a tu redil; derrama tu Espíritu sobre toda carne; y apresura la venida de tu reino; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21