Mediodía

mediodía
Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el quinto Domingo de Cuaresma

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Oración Matutina Diaria

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. San Marcos 8:34

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Misericordioso y clemente es el Señor: vengan y adorémosle.

Jubilate Salmo 100
Regocíjense en el Señor, pueblos todos; *
sirvan al Señor con alegría;
vengan ante su presencia con cánticos.
Sepan que el Señor es Dios; *
él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas con acción de gracias,
en sus atrios con alabanza; *
denle gracias, y bendigan su Nombre;
Porque el Señor es bueno;
para siempre es su misericordia; *
su fidelidad perdura de generación en generación.

Salmo 118
Den gracias al Señor, porque él es bueno; *
para siempre es su misericordia.
Diga ahora Israel: *
“Para siempre es su misericordia”.
Diga ahora la casa de Aarón: *
“Para siempre es su misericordia”.
Digan ahora los que veneran al Señor: *
“Para siempre es su misericordia”.
En mi angustia invoqué al Señor; *
me respondió el Señor, poniéndome a salvo.
El Señor está a mi lado; por tanto, no temeré; *
¿quién podrá dañarme?
El Señor está a mi lado para ayudarme; *
triunfaré sobre los que me odian.
Mejor es refugiarse en el Señor, *
que fiarse de los mortales.
Mejor es refugiarse en el Señor, *
que fiarse de los príncipes.
Todos los impíos me rodean; *
en el nombre del Señor les rechazaré.
Me rodean por todas partes; *
en el nombre del Señor les rechazaré.
Me rodean como enjambre de abejas;
arden como fuego de espinas; *
en el nombre del Señor les rechazaré.
Me empujaban con violencia para que cayese, *
pero el Señor me ayudó.
Mi fuerza y mi refugio es el Señor, *
y él me ha sido por salvación.
Hay voz de júbilo y victoria *
en las tiendas de los justos:
“¡La diestra del Señor ha triunfado! *
¡La diestra del Señor es excelsa!
¡La diestra del Señor ha triunfado!”
No he de morir, sino que viviré. *
y contaré las hazañas del Señor.
Me castigó gravemente el Señor, *
mas no me entregó a la muerte.
Abranme las puertas de justicia; *
entraré por ellas, y daré gracias al Señor.
“Esta es la puerta del Señor; *
por ella entrarán los justos”.
Daré gracias porque me respondiste, *
y me has sido de salvación.
La misma piedra que desecharon los edificadores, *
ha venido a ser la cabeza del ángulo.
Esto es lo que ha hecho el Señor, *
y es maravilloso a nuestros ojos.
Este es el día en que actuó el Señor; *
regocijémonos y alegrémonos en él.
¡Hosanna, oh Señor, hosanna! *
Señor, danos ahora la prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor; *
desde la casa del Señor le bendecimos.
Dios es el Señor; nos ha iluminado; *
formen una procesión con ramos
hasta los cuernos del altar.
“Tú eres mi Dios; te daré gracias; *
tú eres mi Dios; te ensalzaré”.
Den gracias al Señor porque es bueno; *
para siempre es su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Éxodo 3:16 – 4:12
Anda, reúne a los ancianos de Israel y diles: “El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo que ha puesto su atención en ustedes, y que ha visto el trato que les dan en Egipto. También me dijo que los va a librar de los sufrimientos en Egipto, y que los va a llevar al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos; a una tierra donde la leche y la miel corren como el agua.” Los ancianos te harán caso; entonces tú irás con ellos a ver al rey de Egipto, y le dirás: “El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Por lo tanto, déjanos ir al desierto, a una distancia de tres días de camino, a ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios.” Sin embargo, yo sé muy bien que el rey de Egipto no los dejará salir, si no es por la fuerza. Por lo tanto, yo mostraré mi poder y heriré de muerte a los egipcios con todas las cosas asombrosas que haré en su país; después de eso el faraón los dejará salir. Además, yo haré que los israelitas se ganen la buena voluntad de los egipcios, de modo que cuando salgan no se vayan con las manos vacías. Cada mujer pedirá a su vecina, o a cualquier otra mujer que viva con ella, que le dé objetos de plata y de oro, y vestidos, con los que ustedes vestirán a sus hijos e hijas, despojando así a los egipcios de todo lo que tengan. “Ellos no me creerán, ni tampoco me harán caso,” contestó Moisés. “Al contrario, me dirán: ‘El Señor no se te ha aparecido.’” “¿Qué es lo que tienes en la mano?” preguntó el Señor. “Un bastón” contestó Moisés.”Arrójalo al suelo” ordenó el Señor. Moisés lo arrojó al suelo y, en ese mismo instante, el bastón se convirtió en una serpiente. Moisés echó a correr para alejarse de ella, pero el Señor le dijo: “Extiende la mano y agárrala de la cola.” Moisés extendió la mano y, al agarrarla, la serpiente se convirtió otra vez en bastón. “Esto es para que crean que se te ha aparecido el Señor, Dios de tus antepasados, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” dijo el Señor. “Y ahora, mete tu mano en el pecho.” Moisés metió su mano en el pecho y, al sacarla, vio que estaba enferma de lepra y blanca como la nieve. Entonces Dios le dijo: “Vuelve a meter tu mano en el pecho.” Moisés lo hizo así y, al sacar la mano de nuevo, ya estaba tan sana como todo su cuerpo. Luego el Señor le dijo: “Si con la primera señal no te creen ni te hacen caso, entonces te creerán con la segunda; pero si no te creen ni te hacen caso con ninguna de estas dos señales, saca agua del río y derrámala sobre el suelo. En cuanto el agua que saques del río caiga al suelo, se convertirá en sangre.” “¡Ay, Señor!” respondió Moisés. “Yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es sólo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo, se me traba la lengua.” Pero el Señor le contestó: “¿Y quién le ha dado la boca al hombre? ¿Quién si no yo lo hace mudo, sordo, ciego, o que pueda ver? Así que, anda, que yo estaré contigo cuando hables, y te enseñaré lo que debes decir.”

Cántico de Penitencia Kyrie Pantokrator
Oración de Manasés 1-2, 4, 6-7, 11-15

Señor Dios, Rey del universo, *
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,
y de todo su justo linaje:
Tú hiciste los cielos y la tierra, *
con toda su inmensa formación.
Ante tu presencia todas las cosas se estremecen con temor;
tiemblan a causa de tu poder.
Sin embargo, tu benigna promesa es inmensurable, *
y sobrepasa cuanto podemos sondear.
Señor, tu compasión es abundante, *
paciente y rica en misericordia.
Retienes tu mano; *
no nos castigas como lo merecemos.
Por tu gran bondad, Señor,
has prometido el perdón a los pecadores, *
para que se arrepientan de su pecado y sean salvos.
Ahora, Señor, doblo la rodilla de mi corazón, *
y apelo a ti, confiado en tu bondad misericordiosa.
He pecado, oh Señor, he pecado, *
y reconozco a fondo mi iniquidad.
Por tanto, humildemente te imploro: *
¡Perdóname, Señor, perdóname!
No permitas que perezca en mi pecado, *
ni me condenes a las honduras del abismo.
Pues tú, Señor, eres Dios de los que se arrepienten, *
y en mí manifestarás tu benevolencia.
Indigno como soy, tú me salvarás,
de acuerdo con tu piedad inmensa, *
y cantaré sin cesar tus alabanzas todos los días
de mi vida.
Todas las potestades celestiales te aclaman, *
y tuya es la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Romanos 12:1-21
Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe. Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros sirven para lo mismo, así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo. Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que él quiso dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos; si nos ha dado el don de servir a otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de enseñar, que se dedique a la enseñanza; el que haya recibido el don de animar a otros, que se dedique a animarlos. El que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo cuidado; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría. Ámense sinceramente unos a otros. Aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Ámense como hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetándose mutuamente. Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente. Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar. Hagan suyas las necesidades del pueblo santo; reciban bien a quienes los visitan. Bendigan a quienes los persiguen. Bendíganlos y no los maldigan. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No presuman de sabios. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor.” Y también: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza.” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.

Cántico de Zacarías Benedictus Dominus Deus
San Lucas 1:68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos un poderoso Salvador *
en la casa de David su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
y de la mano de todos los que nos odian,
Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos con santidad y justicia
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
Anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas y
en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, tú nos alegras con el recuerdo semanal de la gloriosa resurrección de tu Hijo nuestro Señor: Concédenos tal bendición en este día, mediante nuestra adoración, que ocupemos todos los días de esta semana en tu favor; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Dios todopoderoso, sólo tú puedes ordenar los afectos y voluntades rebeldes de los pecadores: Concede gracia a tu pueblo para amar lo que tú dispones y desear lo que tú prometes; a fin de que, en medio de los rápidos y variados cambios del mundo, nuestros corazones permanezcan fijos allí donde se encuentran los verdaderos goces; por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

completas

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4 Cum invocarem
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *
cuando estaba en angustia, tú me libraste;
ten misericordia de mí, y escucha mi oración.
“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *
amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”
Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *
el Señor oirá cuando yo a él clamare.
Tiemblen y no pequen; *
mediten en su corazón estando en su cama, y callen.
Ofrezcan sacrificios rectos, *
y confíen en el Señor.
Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.
Tú diste alegría a mi corazón, *
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *
porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30
Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el cuarto Sábado de Cuaresma

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Oración Vespertina Diaria

Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1:2

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 33
Alégrense, justos, en el Señor; *
a los rectos es conveniente la alabanza,
Celebren al Señor con arpa; *
táñanle con salterio y decacordio.
Cántenle canción nueva; *
toquen la trompeta con destreza;
Porque recta es la palabra del Señor, *
y toda su obra es hecha con fidelidad.
El ama justicia y juicio; *
de la misericordia del Señor está llena la tierra
Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, *
y el ejército de los cielos por el aliento de su boca.
El junta como en un odre las aguas de la mar; *
él pone en depósitos los abismos.
Tema al Señor toda la tierra; *
teman delante de él todos los habitantes del mundo
Porque él dijo, y fue hecho; *
él mandó, y existió.
El Señor hace nula la voluntad de las gentes, *
y frustra las maquinaciones de los pueblos.
Pero la voluntad del Señor permanece para siempre, *
los designios de su corazón por todas las generaciones.
Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor; *
bienaventurado el pueblo que él escogió para sí.
Desde el cielo mira el Señor, *
y ve a todos los seres humanos.
Desde el lugar de su morada observa *
a todos los moradores de la tierra.
El formó el corazón de todos ellos; *
atento está a todas sus obras.
El rey no se salva por la multitud del ejército, *
ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Vano para salvar es el caballo; *
la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.
He aquí el ojo del Señor sobre los que le temen, *
sobre los que esperan en su misericordia;
Para arrancar sus vidas de la muerte, *
y para sustentarles en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera al Señor; *
nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto en él se alegra nuestro corazón, *
porque en su santo Nombre confiamos.
Sea tu misericordia, oh Señor, sobre nosotros, *
según ponemos nuestra confianza en ti.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

San Marcos 9:14-29
Cuando regresaron a donde estaban los discípulos, los encontraron rodeados de una gran multitud, y algunos maestros de la ley discutían con ellos. Al ver a Jesús, todos corrieron a saludarlo llenos de admiración. Él les preguntó: “¿Qué están ustedes discutiendo con ellos?”  Uno de los presentes contestó: “Maestro, aquí te he traído a mi hijo, pues tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. Dondequiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo; y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido.” Jesús contestó: “¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho.” Entonces llevaron al muchacho ante Jesús. Pero cuando el espíritu vio a Jesús, hizo que le diera un ataque al muchacho, el cual cayó al suelo revolcándose y echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Desde cuándo le sucede esto?” El padre contestó: “Desde que era niño. Y muchas veces ese espíritu lo ha arrojado al fuego y al agua, para matarlo. Así que, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.” Jesús le dijo: “¿Cómo que ‘si puedes’? ¡Todo es posible para el que cree!”  Entonces el padre del muchacho gritó: “Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!” Al ver Jesús que se estaba reuniendo mucha gente, reprendió al espíritu impuro, diciendo: “Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno que salgas de este muchacho y que no vuelvas a entrar en él.” El espíritu gritó, e hizo que le diera otro ataque al muchacho. Luego salió de él, dejándolo como muerto, de modo que muchos decían que, en efecto, estaba muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó; y el muchacho se puso de pie. Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron a solas: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu?” Y Jesús les contestó: “A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración.”

Cántico de María Magnificat
San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su Nombre es santo.
Su misericordia llega a sus fieles, *
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo; *
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos, *
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes, *
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, *
acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, *
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

B
V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
R. Te rogamos, Señor.

Oh Dios, fuente de luz eterna: Derrama tu día interminable sobre los que aguardamos tu venida, para que nuestros labios te alaben, nuestras vidas te bendigan y nuestra adoración en la mañana te dé gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que Él viva en nosotros y nosotros en Él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

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Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Demos gracias a Dios.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, “La paz les dejo, mi paz les doy”: No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el cuarto Sábado de Cuaresma

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Oración Matutina Diaria

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. San Marcos 8:34

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor ha manifestado su gloria: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 107:33-43
El Señor convirtió los ríos en desierto, *
y los manantiales de aguas en sequedales,
La tierra fértil en marismas, *
por la maldad de los que la habitan.
Transformó el desierto en estanques, *
y la tierra seca en manantiales de aguas.
Allí estableció a los hambrientos, *
y fundaron ciudad en donde vivir.
Sembraron campos, y plantaron viñas; *
recogieron abundantes cosechas.
Los bendijo, y se multiplicaron en gran manera; *
y no permitió que sus ganados disminuyesen.
Sin embargo, cuando fueron menguados y abatidos *
por el peso de la adversidad y la congoja,
(El esparce menosprecio sobre los príncipes, *
y les hace deambular por yermos, sin senderos)
Levantó a los pobres de la miseria, *
y multiplicó sus familias como rebaños de ovejas.
Los rectos lo verán y se alegrarán, *
pero todos los malvados cerrarán la boca.
El sabio meditará sobre estas cosas, *
y considerará bien la misericordia del Señor.

Salmo 108
Mi corazón está firme, oh Dios, mi corazón está firme; *
tocaré y cantaré salmos.
Despierta, oh alma mía; despierten, lira y arpa; *
yo mismo despertaré al alba.
Te confesaré entre los pueblos, oh Señor; *
cantaré tus alabanzas entre las naciones;
Porque tu gracia es más grande que los cielos, *
y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.
Exáltate sobre los cielos, oh Dios, *
y tu gloria sobre toda la tierra.
Para que sean librados tus amados, *
salva con tu diestra y respóndeme.
Dios habló desde su santuario, y dijo: *
“Yo me alegraré, y repartiré a Siquén,
dividiré el valle de Sucot.
Mío es Galaad, mío Manasés; *
Efraín es mi yelmo, y Judá mi cetro.
Moab es mi jofaina;
sobre Edom lanzaré mi sandalia; *
sobre Filistea cantaré victoria”.
¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? *
¿Quién me llevará hasta Edom,
Si tú, oh Dios, nos has desechado, *
Si no sales, oh Dios, con nuestros ejercitos?
Danos tu ayuda contra el enemigo, *
porque vana es la ayuda humana.
Con Dios haremos proezas, *
y él hollará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Éxodo 2:23 – 3:15
Con el correr del tiempo, el rey de Egipto murió. Los israelitas, sin embargo, seguían quejándose y lamentando su esclavitud. Entonces Dios escuchó sus lamentos y atendió sus quejas, acordándose de la alianza que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Los vio Dios, y se dio cuenta de su condición. Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era sacerdote de Madián, y un día las llevó a través del desierto y llegó hasta el monte de Dios, que se llama Horeb. Allí el ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Moisés se fijó bien y se dio cuenta de que la zarza ardía con el fuego, pero no se consumía. Entonces pensó: “¡Qué cosa tan extraña! Voy a ver por qué no se consume la zarza.” Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: “¡Moisés! ¡Moisés!” “Aquí estoy,” contestó Moisés. Entonces Dios le dijo: “No te acerques. Y descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado.” Y añadió: “Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios, pero el Señor siguió diciendo: “Claramente he visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y a llevarlos a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua. Es el país donde viven los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Mira, he escuchado las quejas de los israelitas, y he visto también que los egipcios los maltratan mucho. Por lo tanto, ponte en camino, que te voy a enviar ante el faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.” Entonces Moisés le dijo a Dios: “¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?” Y Dios le contestó: “Yo estaré contigo, y ésta es la señal de que yo mismo te envío: cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me adorarán en este monte.” Pero Moisés le respondió: “El problema es que si yo voy y les digo a los israelitas: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’, ellos me van a preguntar: ‘¿Cómo se llama?’ Y entonces, ¿qué les voy a decir?” Y Dios le contestó: “YO SOY EL QUE SOY. Y dirás a los israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a ustedes.’” Además, Dios le dijo a Moisés: “Di también a los israelitas: ‘El Señor, el Dios de los antepasados de ustedes, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes.’ Éste es mi nombre eterno; éste es mi nombre por todos los siglos.”

Cántico de la Creación Benedicite, omnia opera Domini
Daniel (dc) 3:57-87

Invocación
Bendigan al Señor, obras todas del Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.
En la bóveda celeste, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

I El Orden Cósmico
Bendigan al Señor, ángeles y potestades del Señor, *
cielos y aguas que están sobre los cielos.
Sol y luna, y estrellas del cielo, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, lluvias todas y rocío, *
vientos todos, fuego y calor.
Inviernos y veranos, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, fríos y heladas, *
gotas de rocío y copos de nieve.
Escarchas y fríos, hielos y celliscas, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, noches y días, *
luz radiante y oscuridad acogedora.
Rayos y nubes, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

II La Tierra y sus Criaturas
Bendiga la tierra al Señor, *
alábele y exáltele sobre todo para siempre.
Montes y colinas y cuanto germina en la tierra,
bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, manantiales y fuentes, mares y ríos, *
cetáceos y cuanto se mueve en las aguas.
Aves del cielo, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, bestias silvestres, *
y todos los rebaños y ganados.
Hombres y mujeres de todos los lugares, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

III El Pueblo de Dios
Bendiga al Señor el pueblo de Dios, *
alábele y exáltele sobre todo para siempre.
Sacerdotes y siervos del Señor, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, espíritus y almas de los justos, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.
Santos y humildes de corazón, bendigan al Señor, *
alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Doxología
Bendigamos al Señor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *
alabémosle y exaltémosle sobre todo para siempre.
En la bóveda celeste, bendito sea el Señor, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.

1 Corintios 13:1-13
Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.
Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto. Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño. Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí. Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.

Cántico de los Redimidos Magna et mirabilia
Apocalipsis 15:3-4

Grandes y asombrosas son tus obras, *
Señor Dios, Rey del universo;
Justos y fidedignos tus caminos, *
oh Rey de los siglos.
¿Quién no te acatará y bendecirá tu Nombre? *
Tú sólo eres el Santo.
Todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, *
Pues tus hechos justos se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que Él viva en nosotros y nosotros en Él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Dios todopoderoso, que después de la creación del mundo descansaste de todos tus trabajos, y santificaste un día de reposo para todas tus criaturas: Concede que nosotros, apartando toda ansiedad terrenal, nos dispongamos debidamente para el servicio de tu santuario, y que nuestro descanso aquí en la tierra sea una preparación para el reposo eterno en el cielo, que has prometido a tu pueblo; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

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Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4 Cum invocarem
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *
cuando estaba en angustia, tú me libraste;
ten misericordia de mí, y escucha mi oración.
“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *
amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”
Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *
el Señor oirá cuando yo a él clamare.
Tiemblen y no pequen; *
mediten en su corazón estando en su cama, y callen.
Ofrezcan sacrificios rectos, *
y confíen en el Señor.
Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.
Tú diste alegría a mi corazón, *
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *
porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30
Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el cuarto Viernes de Cuaresma

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Oración Vespertina Diaria

Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1:2

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 107:1-32
Den gracias al Señor, porque es bueno, *
porque para siempre es su misericordia.
Proclamen los redimidos del Señor *
que él los redimió de la mano del enemigo.
El los recogió de entre todos los países, *
del oriente y del occidente, del norte y del sur.
Algunos erraban por el desierto, *
sin hallar camino a una ciudad en donde vivir.
Hambrientos y sedientos, *
su alma desfallecía en ellos.
Entonces clamaron al Señor en su angustia, *
y los libró de su aflicción.
Los dirigió por senda recta, *
para que llegasen a una ciudad en donde vivir.
Que den gracias al Señor por su misericordia, *
y las maravillas que hace por sus hijos;
Porque satisface a los sedientos, *
y a los hambrientos los colma de bienes.
Algunos moraban en oscuridad y tinieblas, *
aprisionados en miseria y en hierros,
Por haberse rebelado contra los mandatos de Dios, *
despreciando el consejo del Altísimo.
Por eso, con trabajo arduo humilló sus corazones; *
tropezaban, y nadie los socorría.
Entonces clamaron al Señor en su angustia, *
y los libró de su aflicción.
Los sacó de la oscuridad y de las tinieblas, *
y rompió sus prisiones.
Que den gracias al Señor por su misericordia, *
y las maravillas que hace por sus hijos;
Porque derriba las puertas de bronce, *
y destroza los cerrojos de hierro.
Algunos fueron insensatos y se rebelaron; *
por sus iniquidades fueron afligidos.
Aborrecieron todo alimento, *
y llegaron hasta las puertas de la muerte.
Entonces clamaron al Señor en su angustia, *
y los libró de su aflicción.
Envió su palabra y los sanó; *
los libró del sepulcro.
Que den gracias al Señor por su misericordia, *
y las maravillas que hace por sus hijos.
Que ofrezcan sacrificios de alabanza, *
y publiquen sus obras con júbilo.
Algunos navegaron por el mar, *
comerciando por las aguas profundas.
Contemplaron las obras de Dios, *
y sus maravillas en el piélago.
Entonces habló, y levantó un viento tempestuoso, *
que alzaba las olas hasta lo alto.
Subían al cielo, bajaban al abismo; *
se derretían sus corazones ante el peligro.
Titubeaban y se tambaleaban como borrachos, *
y su pericia de nada les valía.
Entonces clamaron al Señor en su angustia, *
y los libró de su aflicción.
Calmó la tempestad en susurro, *
y apaciguó las olas del mar.
Luego se alegraron a causa de la calma, *
y los condujo al ansiado puerto.
Que den gracias al Señor por su misericordia, *
y las maravillas que hace por sus hijos.
Que lo exalten en la congregación del pueblo, *
y en el consejo de los ancianos lo alaben.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

San Marcos 9:2-13
Seis días después, Jesús se fue a un cerro alto llevándose solamente a Pedro, a Santiago y a Juan. Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su ropa se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús. Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Es que los discípulos estaban asustados, y Pedro no sabía qué decir. En esto, apareció una nube y se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: “Éste es mi Hijo amado: escúchenlo.” Al momento, cuando miraron alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo. Mientras bajaban del cerro, Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado. Por esto guardaron el secreto entre ellos, aunque se preguntaban qué sería eso de resucitar. Le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías ha de venir primero?” Él les contestó: “Es cierto que Elías viene primero, y que él lo arreglará todo. ¿Y por qué dicen las Escrituras que el Hijo del hombre ha de sufrir y ser despreciado? Pero yo les digo que Elías ya vino, y que ellos hicieron con él todo lo que quisieron, como dicen las Escrituras que le había de suceder.”

Cántico de Simeón Nunc dimittis
San Lucas 2:29-32

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

B
V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
R. Te rogamos, Señor.
V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
R. Te rogamos, Señor.
V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
R. Te rogamos, Señor.

Señor Jesucristo, por tu muerte quitaste el aguijón de la muerte: Concede a tus siervos que caminemos de tal modo en la fe hacia el lugar a donde tú nos has precedido, que al fin durmamos apaciblemente en ti, y despertemos a tu semejanza; por amor de tu tierna misericordia. Amén.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que Él viva en nosotros y nosotros en Él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

mediodía
Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Matutina, el cuarto Viernes de Cuaresma

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Oración Matutina Diaria

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. San Marcos 8:34

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Misericordioso y clemente es el Señor: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 102
Señor, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor; *
no escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia.
Inclina a mí tu oído; *
apresúrate a responderme cuando te invoco;
Porque mis días se desvanecen como humo, *
y mis huesos cual brasas queman.
Mi corazón está marchito como la hierba seca, *
de modo que me olvido de comer el pan.
Por la fuerza de mi gemido, *
se me pega la piel a los huesos.
Estoy como buitre en el desierto, *
como buho entre las ruinas.
Estoy desvelado y gimiendo, *
como gorrión solitario en el tejado.
Mis enemigos me afrentan todo el día, *
y los que de mí se mofan, contra mí se han conjurado.
En vez de pan, he comido ceniza, *
y mi bebida mezclé con lágrimas,
Pues me alzaste, y me has arrojado, *
a causa de tu indignación y de tu ira.
Mis días son como la sombra que se va, *
y me marchito como la hierba;
Mas tú, oh Señor, permaneces para siempre, *
y tu Nombre de generación en generación.
Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, pues es tiempo de tener piedad de ella; *
en verdad, la hora señalada ha llegado;
Porque tus siervos aman aun sus escombros, *
y se compadecen de su polvo.
Las naciones temerán tu Nombre, oh Señor, *
y todos los reyes del mundo, tu gloria;
Porque a Sión reconstruirá el Señor, *
y su gloria aparecerá.
Mirará con favor a la oración de los desamparados; *
sus ruegos no despreciará.
Quede esto escrito para la generación venidera, *
para que el pueblo aún por nacer alabe al Señor;
Porque el Señor miró desde su excelso santuario; *
desde los cielos se ha fijado en la tierra;
A fin de oír el gemido de los cautivos, *
y librar a los condenados a muerte;
Para que declaren en Sión el Nombre del Señor, *
y su alabanza en Jerusalén;
Cuando se congreguen los pueblos, *
y también los reinos, para servir al Señor.
El agotó mis fuerzas antes de tiempo; *
acortó el número de mis días;
Y yo dije: “Dios mío, no me arrebates a la mitad de mis días, *
ya que tus años duran por todas las generaciones.
En el principio tú fundaste la tierra, *
y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permanecerás; todos ellos como vestidura se gastarán; *
como un vestido los mudarás, y serán mudados;
Mas tú eres siempre el mismo, *
y tus años nunca se acabarán.
Los hijos de tus siervos habitarán seguros, *
y su descendencia será establecida en tu presencia”.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Éxodo 2:1-22
Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu, la cual quedó embarazada y tuvo un hijo. Al ver ella que el niño era hermoso, lo escondió durante tres meses; pero, no pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó un canastillo de junco, le tapó todas las rendijas con asfalto natural y brea, para que no le entrara agua, y luego puso al niño dentro del canastillo y lo dejó entre los juncos a la orilla del río Nilo; además le dijo a una hermana del niño que se quedara a cierta distancia, y que estuviera al tanto de lo que pasara con él. Más tarde, la hija del faraón bajó a bañarse al río y, mientras sus sirvientas se paseaban por la orilla, vio el canastillo entre los juncos. Entonces mandó a una de sus esclavas que se lo trajera. Al abrir el canastillo y ver que allí dentro había un niño llorando, la hija del faraón sintió compasión de él y dijo: “Éste es un niño hebreo.” Entonces la hermana del niño propuso a la hija del faraón: “¿Le parece a usted bien que llame a una nodriza hebrea, para que le dé el pecho a este niño?” “Ve por ella,” contestó la hija del faraón. Entonces la muchacha fue por la madre del niño, y la hija del faraón le dijo: “Toma a este niño y críamelo, y yo te pagaré por tu trabajo.” La madre del niño se lo llevó y lo crió, y ya grande se lo entregó a la hija del faraón, la cual lo adoptó como hijo suyo y lo llamó Moisés, pues dijo: “Yo lo saqué del agua.” Cuando Moisés era ya hombre, salió un día a visitar a sus hermanos de raza y se dio cuenta de que sus trabajos eran muy duros. De pronto vio que un egipcio estaba golpeando a uno de sus hermanos hebreos. Entonces miró bien a todos lados y, al no ver a nadie por allí, mató al egipcio y lo enterró en la arena. Al día siguiente volvió a salir, y vio que dos hebreos se estaban peleando. Entonces preguntó al que maltrataba al otro: “¿Por qué golpeas a uno de tu propia raza?” Y aquel hebreo le contestó: “¿Y quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? ¿Acaso piensas matarme, como mataste al egipcio?” Al oír esto, Moisés tuvo miedo, pues se dio cuenta de que ya se había descubierto la muerte del egipcio. En efecto, en cuanto el faraón supo que Moisés había dado muerte a un egipcio, lo mandó buscar para matarlo; pero Moisés huyó y se fue a vivir a la región de Madián. Allí se sentó cerca de un pozo. Reuel, sacerdote de Madián, tenía siete hijas. Aquel día, ellas habían ido al pozo a sacar agua para llenar los bebederos y dar de beber a las ovejas de su padre, pero unos pastores vinieron y las echaron de allí. Entonces Moisés se levantó a defenderlas, y dio de beber a las ovejas. Cuando ellas volvieron a donde estaba su padre, él les preguntó: “¿Cómo es que hoy regresaron tan pronto?” Y ellas contestaron: “Un egipcio nos defendió de los pastores, luego sacó el agua por nosotras, y les dio de beber a las ovejas.” Entonces Reuel les dijo: “¿Y dónde está ese hombre? ¿Por qué lo dejaron solo? ¡Vayan a llamarlo para que venga a comer!” Y así Moisés aceptó quedarse a vivir en la casa de Reuel. Después Reuel le dio a su hija Séfora como esposa, y ella tuvo un hijo al que Moisés llamó Guersón, porque dijo: “Soy un extranjero en tierra extraña.”

Cántico de Penitencia Kyrie Pantokrator
Oración de Manasés 1-2, 4, 6-7, 11-15

Señor Dios, Rey del universo, *
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,
y de todo su justo linaje:
Tú hiciste los cielos y la tierra, *
con toda su inmensa formación.
Ante tu presencia todas las cosas se estremecen con temor;
tiemblan a causa de tu poder.
Sin embargo, tu benigna promesa es inmensurable, *
y sobrepasa cuanto podemos sondear.
Señor, tu compasión es abundante, *
paciente y rica en misericordia.
Retienes tu mano; *
no nos castigas como lo merecemos.
Por tu gran bondad, Señor,
has prometido el perdón a los pecadores, *
para que se arrepientan de su pecado y sean salvos.
Ahora, Señor, doblo la rodilla de mi corazón, *
y apelo a ti, confiado en tu bondad misericordiosa.
He pecado, oh Señor, he pecado, *
y reconozco a fondo mi iniquidad.
Por tanto, humildemente te imploro: *
¡Perdóname, Señor, perdóname!
No permitas que perezca en mi pecado, *
ni me condenes a las honduras del abismo.
Pues tú, Señor, eres Dios de los que se arrepienten, *
y en mí manifestarás tu benevolencia.
Indigno como soy, tú me salvarás,
de acuerdo con tu piedad inmensa, *
y cantaré sin cesar tus alabanzas todos los días
de mi vida.
Todas las potestades celestiales te aclaman, *
y tuya es la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

1 Corintios 12:27 – 13:3
Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular. Dios ha querido que en la iglesia haya, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego personas que hacen milagros, y otras que curan enfermos, o que ayudan, o que dirigen, o que hablan en lenguas. No todos son apóstoles, ni todos son profetas. No todos son maestros, ni todos hacen milagros, ni todos tienen poder para curar enfermos. Tampoco todos hablan en lenguas, ni todos saben interpretarlas. Ustedes deben ambicionar los mejores dones. Yo voy a enseñarles un camino mucho mejor. Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.

Cántico al Cordero Dignus es
Apocalipsis 4:11; 5:9-10, 13

Digno es, Señor nuestro Dios, *
atribuirte la gloria, el honor y el poder;
Porque tú has creado el universo, *
y por tu voluntad existió y fue creado.
Y digno es atribuir lo mismo a ti, Cordero inmolado, *
porque con tu sangre compraste para Dios,
De toda raza, lengua, pueblo y nación, *
un reino de sacerdotes para servir a nuestro Dios.
Por tanto, al que está sentado en el trono, *
y a Cristo el Cordero,
Sean adoración y honor, gloria y señorío, *
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
V. Señor, muéstranos tu misericordia;
R. Y concédenos tu salvación.
V. Reviste a tus ministros de justicia;
R. Que cante tu pueblo de júbilo.
V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
R. Porque sólo en ti vivimos seguros.
V. Protege, Señor, a esta nación;
R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;
R. Y entre los pueblos tu salvación.
V. Señor, que no se olvide a los necesitados;
R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.
V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que Él viva en nosotros y nosotros en Él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Dios todopoderoso, cuyo muy amado Hijo no ascendió al gozo de tu presencia sin antes padecer, ni entró en gloria sin antes ser crucificado: Concédenos, por tu misericordia, que nosotros, caminando por la vía de la cruz, encontremos que ésta es la vía de la vida y de la paz; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14