Completas, el Domingo de la tercera semana de Adviento

CoronaAdviento3

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;

Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión

Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:

Hemos pecado contra ti,

por nuestra propia culpa,

por pensamiento, palabra y obra,

y por lo que hemos dejado de hacer.

Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,

perdona nuestras ofensas

y concédenos que te sirvamos

en novedad de vida,

para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 31  In te, Domine, speravi

En ti, oh Señor, he esperado; *

no sea yo avergonzado jamás;

líbrame en tu justicia.

Inclina a mí tu oído; *

apresúrate a librarme.

Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme;

porque tú eres mi risco y mi castillo; *

por tu Nombre me guiarás y me encaminarás.

Me sacarás de la red que han escondido para mí, *

pues tú eres mi refugio.

En tu mano encomiendo mi espíritu; *

tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Salmo 134   Ecce nunc

Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *

los que de noche están de pie en la casa del Señor.

Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *

El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30

Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;

Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.

Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Domingo de la tercera semana de Adviento

Corona3-1

Oración Vespertina Diaria

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. San Juan 8:12

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante   Phos hilaron

Luz alegrante,

claridad pura del sempiterno Padre celestial,

Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,

y nuestros ojos miran la luz vespertina,

te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,

Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos

con voces gozosas,

oh Hijo de Dios, Dador de la vida;

por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 103

Bendice, alma mía, al Señor, *

y todo mi ser bendiga su santo Nombre.

Bendice, alma mía, al Señor, *

y no olvides ninguno de sus beneficios.

El perdona todas tus iniquidades, *

y sana todas tus dolencias.

El rescata del sepulcro tu vida, *

y te corona de favor y misericordia.

El sacia de bien tus anhelos, *

y como el águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia, *

y defiende a todos los oprimidos.

Dio a conocer sus caminos a Moisés, *

y al pueblo de Israel sus obras.

Misericordioso y compasivo es el Señor, *

lento para la ira y rico en clemencia.

No nos acusará para siempre, *

ni para siempre guardará su enojo.

No nos ha tratado conforme a nuestros pecados, *

ni nos ha pagado conforme a nuestras maldades.

Así como se levantan los cielos sobre la tierra, *

así se levanta su misericordia sobre sus fieles.

Como dista el oriente del occidente, *

así aleja de nosotros nuestras rebeliones.

Como un padre cuida de sus hijos, *

así cuida el Señor a los que le veneran;

Porque él sabe de qué estamos hechos; *

se acuerda de que no somos más que barro.

Como la hierba son nuestros días; *

florecemos como la flor del campo,

Que pasa el viento por ella, y ya no existe, *

y su lugar no la conocerá más;

Empero la misericordia del Señor perdura para siempre

sobre los que le veneran, *

y su rectitud sobre los hijos de los hijos;

Sobre los que guardan su pacto, *

y se acuerdan de sus mandatos y los cumplen.

El Señor estableció en los cielos su trono, *

y su soberanía domina sobre todos.

Bendigan al Señor, ustedes sus ángeles,

potestades que ejecutan sus órdenes, *

obedeciendo a la voz de su palabra.

Bendigan al Señor, ustedes sus huestes, *

ministros suyos que hacen su voluntad.

Bendigan al Señor, ustedes sus obras,

en todos los lugares de su dominio. *

Bendice, alma mía, al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

San Juan 3:22-30

Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea, donde pasó algún tiempo con ellos bautizando. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua; y la gente iba y era bautizada. Esto sucedió antes que metieran a Juan a la cárcel. Pero algunos de los seguidores de Juan comenzaron a discutir con un judío sobre el asunto de la purificación, y fueron a decirle a Juan: “Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, ahora está bautizando y todos lo siguen.” Juan les dijo: “Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da. Ustedes mismos me oyeron decir claramente que yo no soy el Mesías, sino uno que ha sido enviado delante de él. En una boda, el que tiene a la novia es el novio; y el amigo del novio, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oírlo hablar. Así también mi alegría es ahora completa. Él ha de ir aumentando en importancia, y yo disminuyendo.”

Cántico de María   Magnificat

San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;

su Nombre es santo.

Su misericordia llega a sus fieles, *

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo; *

dispersa a los soberbios de corazón.

Derriba del trono a los poderosos, *

y enaltece a los humildes.

A los hambrientos los colma de bienes, *

y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, *

acordándose de la misericordia,

Como lo había prometido a nuestros padres, *

en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

B

V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,

R. Te rogamos, Señor.

Señor Dios, cuyo Hijo nuestro Salvador Jesucristo triunfó sobre los poderes de la muerte, y nos preparó un lugar en la nueva Jerusalén: Concede que nosotros, los que hoy te hemos dado gracias por su resurrección, te alabemos en esa Ciudad en donde él es la luz, y donde vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Suscita tu poder, oh Señor, y con gran potencia ven a nosotros; ya que estamos impedidos penosamente por nuestros pecados, haz que tu abundante gracia y misericordia nos ayuden y libren prontamente; por Jesucristo nuestro Señor, a quien contigo y el Espíritu Santo, sea el honor y la gloria, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General

Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía, el Domingo de la tercera semana de Adviento

Advent 3

Iglesia Episcopal All Saints Cristo Rey, Watsonville, California

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119    Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *

y lumbrera en mi camino.

He jurado y estoy resuelto *

a guardar tus rectos juicios.

Afligido estoy en gran manera; *

vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.

Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *

y enséñame tus juicios.

Mi vida está siempre en peligro; *

por tanto no olvido tu ley.

Me tendieron lazo los malvados, *

pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Son tus decretos mi herencia eterna, *

en verdad, el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *

eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5

Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;

Y llegue a ti nuestro clamor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, “La paz les dejo, mi paz les doy”: No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Matutina, el Domingo de la tercera semana de Adviento

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Oración Matutina Diaria

Se manifestará la gloria del Señor, y toda carne juntamente la verá. Isaías 40:5

Invitatorio y Salterio

Nuestro Rey y Salvador se acerca: vengan y adorémosle.

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Jubilate   Salmo 100

Regocíjense en el Señor, pueblos todos; *

sirvan al Señor con alegría;

vengan ante su presencia con cánticos.

Sepan que el Señor es Dios; *

él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas con acción de gracias,

en sus atrios con alabanza; *

denle gracias, y bendigan su Nombre;

Porque el Señor es bueno;

para siempre es su misericordia; *

su fidelidad perdura de generación en generación.

Salmo 63:1-8 

Oh Dios, tú eres mi Dios; ardientemente te busco; *

mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,

como tierra seca y árida donde no hay agua.

¡Oh, que pudiera yo contemplarte en tu santuario! *

¡Que pudiera ver tu poder y tu gloria!

Porque mejor es tu gracia que la vida; *

te alabarán mis labios.

Te bendeciré mientras viva; *

en tu Nombre alzaré mis manos.

Mi alma será saciada como de meollo y grosura, *

y con labios de júbilo te alabará mi boca,

Cuando me acuerde de ti en mi lecho, *

cuando medite en ti en las vigilias de la noche;

Porque tú has sido mi socorro; *

y a la sombra de tus alas me regocijaré.

Mi alma está apegada a ti; *

tu diestra me sostiene.

Salmo 98 

Canten al Señor cántico nuevo, *

porque ha hecho maravillas.

Con su diestra, y con su santo brazo, *

ha alcanzado la victoria.

El Señor ha dado a conocer su victoria; *

a la vista de las naciones ha descubierto su justicia.

Se acuerda de su misericordia y su fidelidad

para con la casa de Israel; *

los confines de la tierra

han visto la victoria de nuestro Dios.

Aclamen con júbilo al Señor, pueblos todos; *

levanten la voz, gócense y canten.

Canten al Señor con el arpa, *

con el arpa y la voz de cántico.

Con trompetas y al son de clarines, *

aclamen con júbilo ante el Rey, el Señor.

Ruja el mar y cuanto contiene, *

el mundo y los que en él habitan.

Den palmadas los ríos, aclamen los montes al Señor, *

cuando llegue para juzgar la tierra.

Juzgará al mundo con justicia, *

y a los pueblos con equidad.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Isaías 13:6-13

Den alaridos, porque el día del Señor está cerca,

llega como un golpe del Todopoderoso.

Entonces todo el mundo dejará caer los brazos,

todos perderán el valor

y quedarán aterrados.

Les vendrá una angustia y un dolor tan grandes

que se retorcerán como mujer de parto.

Unos a otros se mirarán asombrados

y les arderá la cara de vergüenza.

Ya llega el día del Señor,

día terrible, de ira y furor ardiente,

que convertirá la tierra en desierto

y acabará con los pecadores que hay en ella.

Las estrellas y constelaciones del cielo

dejarán de dar su luz;

el sol se oscurecerá apenas salga,

y la luna no brillará.

El Señor dice:

“Voy a castigar al mundo por su maldad,

a los malvados por sus crímenes.

Voy a terminar con la altanería de los orgullosos,

voy a humillar a los soberbios e insolentes.

Voy a hacer que los hombres sean

más escasos que el oro fino de Ofir.

Entonces el cielo se estremecerá

y la tierra se moverá de su sitio

por la ira que tendré en ese día,

por mi ardiente furor. 

Tercer Cántico de Isaías   Surge, illuminare

Isaías 60:13, 11a, 14c, 18-19

Surge, ilumina, pues ha llegado tu luz, *

y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido.

Mira cómo las tinieblas cubren la tierra, *

y densa oscuridad a los pueblos.

Mas sobre ti amanece el Señor, *

y su gloria aparece sobre ti.

Correrán las naciones a tu luz, *

y los reyes a la claridad de tu alborada.

Abiertas de continuo estarán tus puertas; *

ni de día ni de noche se cerrarán.

Te llamarán la Ciudad del Señor, *

la Sión del Santo de Israel.

No se oirá más de violencia en tu tierra, *

ni de ruina o destrucción en tus fronteras.

Llamarás a tus murallas, Salvación, *

y a tus puertas, Alabanza.

El sol no será para ti ya más tu luz del día, *

ni de noche necesitarás el lustre de la luna.

Tendrás al Señor por luz eterna, *

y tu Dios será tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Hebreos 12:18-29 

Ustedes no se acercaron, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, donde había oscuridad, tinieblas y tempestad; ni oyeron el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando, porque no podían soportar el mandato que decía: “Al que ponga el pie en el monte, hay que matarlo a pedradas o con lanza, aunque sea un animal.” Tan espantoso era lo que se veía, que el mismo Moisés dijo: “Estoy temblando de miedo.” Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios, y a la comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos, a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la sangre con que hemos sido purificados, la cual nos habla mejor que la sangre de Abel. Por eso tengan cuidado de no rechazar al que nos habla. Pues los que rechazaron a Dios cuando él les llamó la atención aquí en la tierra, no escaparon. Y mucho menos podremos escapar nosotros, si le damos la espalda al que nos llama la atención desde el cielo. En aquel tiempo, la voz de Dios hizo temblar la tierra, pero ahora dice: “Una vez más haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo.” Al decir “una vez más”, se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido, para que permanezca lo que no puede moverse. El reino que Dios nos da, no puede ser movido. Demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan. Porque nuestro Dios es como un fuego que todo lo consume.

Cántico de Alabanza    Benedictus es, Domine

Daniel (dc) 3:26, 52-56

Bendito eres tú, Señor Dios de nuestros padres; *

digno de alabanza, eres bendito.

Bendito el fulgor de tu santo Nombre, *

alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria, *

en el trono de tu reino eres bendito.

Bendito eres, sentado sobre querubines, *

alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Bendito tú, que sondeas los abismos; *

en la bóveda celeste eres bendito.

Bendito tú: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *

alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

A

V. Señor, muéstranos tu misericordia;

R. Y concédenos tu salvación.

V. Reviste a tus ministros de justicia;

R. Que cante tu pueblo de júbilo.

V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;

R. Porque sólo en ti vivimos seguros.

V. Protege, Señor, a esta nación;

R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.

V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;

R. Y entre los pueblos tu salvación.

V. Señor, que no se olvide a los necesitados;

R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.

V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;

R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, tú nos alegras con el recuerdo semanal de la gloriosa resurrección de tu Hijo nuestro Señor: Concédenos tal bendición en este día, mediante nuestra adoración, que ocupemos todos los días de esta semana en tu favor; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Suscita tu poder, oh Señor, y con gran potencia ven a nosotros; ya que estamos impedidos penosamente por nuestros pecados, haz que tu abundante gracia y misericordia nos ayuden y libren prontamente; por Jesucristo nuestro Señor, a quien contigo y el Espíritu Santo, sea el honor y la gloria, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

Completas 2

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;

Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión

Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:

Hemos pecado contra ti,

por nuestra propia culpa,

por pensamiento, palabra y obra,

y por lo que hemos dejado de hacer.

Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,

perdona nuestras ofensas

y concédenos que te sirvamos

en novedad de vida,

para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4   Cum invocarem

Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste;

ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”

Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen.

Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *q

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134   Ecce nunc

Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *

los que de noche están de pie en la casa del Señor.

Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *

El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30

Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;

Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.

Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Sábado de la segunda semana de Adviento

VesSábAdvII

Oración Vespertina Diaria

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. San Juan 8:12

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante   Phos hilaron

Luz alegrante,

claridad pura del sempiterno Padre celestial,

Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,

y nuestros ojos miran la luz vespertina,

te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,

Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos

con voces gozosas,

oh Hijo de Dios, Dador de la vida;

por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 42

Como anhela el ciervo las corrientes de aguas, *

así te anhela, oh Dios, el alma mía.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; *

¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Fueron mis lágrimas mi alimento de día y de noche, *

mientras me dicen todos los días:

“¿Dónde está tu Dios?”

Doy rienda suelta a mi dolor, cuando pienso en estas cosas: *

de cómo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,

Con voz de alegría y de alabanza, *

haciendo fiesta la multitud.

¿Por qué te abates, oh alma mía, *

y te turbas dentro de mí?

Pon tu confianza en Dios, *

porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.

Mi alma está abatida dentro de mí; *

me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, desde

la cima de Mizhar entre las cumbres de Hermón.

Un abismo clama a otro a la voz de tus cascadas; *

todos tus torrentes y riadas sobre mí han pasado.

De día otorga el Señor su gracia; *

de noche su cántico está conmigo,

oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios, Roca mía:

“¿Por qué te has olvidado de mí? *

¿Por qué he de andar enlutado por la opresión

de mis enemigos?”

Mientras me están quebrantando los huesos, *

mis adversarios me afrentan.

Todo el día se burlan de mí, diciendo: *

“¿Dónde está tu Dios?”

¿Por qué te abates, oh alma mía,

y te turbas dentro de mí?”

Pon tu confianza en Dios, *

porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.

Salmo 43

Hazme justicia, oh Dios, y aboga mi causa

contra la gente impía; *

líbrame de los mentirosos y los inicuos.

Tú eres el Dios de mi fortaleza;¿por qué me has desechado? *

¿Por qué he de andar enlutado por la opresión de mis enemigos?

Envía tu luz y tu verdad; que éstas me guíen, *

y me conduzcan a tu santo monte, a tus moradas;

Para que me acerque al altar de Dios,

al Dios de mi alegría y de mi gozo; *

y te alabe con arpa, oh Dios, Dios mío.

¿Por qué te abates, oh alma mía, *

y te turbas dentro de mí?

Pon tu confianza en Dios, *

porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

San Lucas 22:31-38

Dijo también el Señor: “Simón, Simón, mira que Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.” Simón le dijo: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel, y hasta a morir contigo.” Jesús le contestó: “Pedro, te digo que hoy mismo, antes que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.” Luego Jesús les preguntó: “Cuando los mandé sin dinero ni provisiones ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?” Ellos contestaron: “Nada.” Entonces les dijo: “Ahora, en cambio, el que tenga dinero, que lo traiga, y también provisiones; y el que no tenga espada, que venda su abrigo y se compre una. Porque les digo que tiene que cumplirse en mí esto que dicen las Escrituras: ‘Y fue contado entre los malvados.’ Pues todo lo que está escrito de mí, tiene que cumplirse.” Ellos dijeron: “Señor, aquí hay dos espadas.” Y él contestó: “Basta ya de hablar.”

Cántico de Simeón    Nunc dimittis

San Lucas 2:29-32

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

B

V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,

R. Te rogamos, Señor.

Oh Dios, fuente de luz eterna: Derrama tu día interminable sobre los que aguardamos tu venida, para que nuestros labios te alaben, nuestras vidas te bendigan y nuestra adoración en la mañana te dé gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Dios de misericordia, que enviaste a tus mensajeros, los profetas, a predicar el arrepentimiento y preparar el camino de nuestra salvación: Danos gracia para atender sus advertencias y abandonar nuestros pecados, a fin de que recibamos gozosamente la venida de Jesucristo nuestro Redentor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General

Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

Mediodía 2

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *

y lumbrera en mi camino.

He jurado y estoy resuelto *

a guardar tus rectos juicios.

Afligido estoy en gran manera; *

vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.

Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *

y enséñame tus juicios.

Mi vida está siempre en peligro; *

por tanto no olvido tu ley.

Me tendieron lazo los malvados, *

pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Son tus decretos mi herencia eterna, *

en verdad, el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *

eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5

Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;

Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Matutina el Sábado de la segunda semana de Adviento

MatSábAdvII

Oración Matutina Diaria

Preparen camino al Señor; enderezen calzada en la soledad a nuestro Dios. Isaías 40:3

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Venite    Salmo 95:1-7

Vengan, cantemos alegremente al Señor; *

aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.

Lleguemos ante su presencia con alabanza,  *

vitoreándole con cánticos;

Porque el Señor es Dios grande, *

y Rey grande sobre todos los dioses.

En su mano están las profundidades de la tierra, *

y las alturas de los montes son suyas.

Suyo el mar, pues él lo hizo, *

y sus manos formaron la tierra seca.

Vengan, adoremos y postrémonos; *

arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;

Porque él es nuestro Dios;

nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *

¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Nuestro Rey y Salvador se acerca: vengan y adorémosle.

Salmo 30 

Te ensalzaré, oh Señor, porque me has alzado, *

y no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí.

Oh Señor Dios mío, a ti clamé, *

y tú me sanaste.

Oh Señor, me sacaste del abismo; *

me hiciste revivir, para que no descendiese a la sepultura.

Canten al Señor, ustedes sus fieles, *

y celebren su santo Nombre;

Porque sólo un momento dura su ira, *

pero su favor toda la vida.

Aunque al anochecer nos visite el llanto, *

en la mañana vendrá la alegría.

Dije yo en mi comodidad,

“No seré jamás conmovido; *

tú, oh Señor, con tu favor

me afirmaste como monte fuerte”.

Luego escondiste tu rostro, *

y fui muy turbado.

A ti, oh Señor, clamé, *

y a mi Soberano supliqué, diciendo:

“¿Qué provecho hay en mi muerte,

cuando yo descienda a la fosa? *

¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?

Escucha, oh Señor, y ten misericordia de mí;

oh Señor sé tú mi ayudador.”

Has cambiado mi lamento en danzas; *

me has quitado el luto, y me has vestido de fiesta.

Por tanto a ti canta mi corazón, y no llora más; *

oh Señor Dios mío, te daré gracias para siempre.

Salmo 32

Bienaventurados aquéllos cuyas transgresiones son perdonadas, *

y quitados sus pecados.

Bienaventurados a quienes no atribuye culpa el Señor, *

y en cuyo espíritu no hay engaño.

Mientras callé, se envejecieron mis huesos *

porque gemí todo el día;

Porque de día y de noche pesó sobre mí tu mano; *

se volvió mi verdor en sequedad de verano.

Mi pecado entonces te declaré, *

y no encubrí mi culpa.

Dije: “Confesaré a ti mis transgresiones”; *

y luego tú perdonaste la culpa de mi pecado

Por ello orarán los fieles en tiempo de necesidad * 

ciertamente en la inundación de muchas aguas

no llegará ésta a ellos.

Tú eres mi escondite; me guardarás de angustias; *

con gritos de liberación me rodearás.

“Te instruiré, y te enseñaré el camino en que debes andar;*

sobre ti fijaré mis ojos.

No seas como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento; *

que ha de ser sujetado con cabestro y con freno,

porque si no, no se acerca a ti”.

Muchos dolores habrá para los malvados, *

mas a los que esperan en el Señor,

los abraza la misericordia.

Alégrense en el Señor, y gócense, justos; *

vitoreen con júbilo, todos los rectos de corazón.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Isaías 8:1-15 

El Señor me dijo: “Toma una tabla grande y escribe en ella, con letras comunes y corrientes: ‘Maher-salal-hasbaz.’ Toma luego como testigos de confianza al sacerdote Urías y a Zacarías, el hijo de Jeberequías.” Más tarde me uní a la profetisa, mi esposa, y ella quedó encinta y tuvo un niño. Entonces el Señor me dijo: “Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes de que el niño sepa decir ‘papá’ y ‘mamá’, Damasco y Samaria serán saqueadas, y sus riquezas serán llevadas al rey de Asiria.” Y de nuevo me dijo el Señor: 

“Ya que por miedo a Resín y al hijo de Remalías 

desprecia esta gente el agua de Siloé, 

que corre mansamente, 

el Señor los va a inundar 

con la violenta corriente del río Éufrates 

(es decir, el rey de Asiria con todo su poder). 

Se desbordará por todos sus canales, 

se saldrá por todas las orillas, 

pasará hasta Judá y la cubrirá, la inundará, 

le llegará hasta el cuello. 

Será como un ave con las alas extendidas, 

que cubrirá, Emanuel, toda tu tierra.” 

Reúnanse, naciones, y llénense de espanto; 

escuchen esto, todos los países lejanos: 

por más que tomen las armas, quedarán espantados; 

sí, por más que tomen las armas, quedarán espantados. 

Hagan planes, que serán desbaratados; 

propongan lo que quieran, que no se realizará, 

porque Dios está con nosotros.

El Señor me tomó fuertemente con su mano y me advirtió que no siguiera el camino de esta gente. Me dijo: “No llamen ustedes conspiración a todo lo que este pueblo llama conspiración. No se asusten ni tengan miedo por todo lo que a ellos les da miedo. Al Señor todopoderoso es a quien hay que tener por santo; a él es a quien hay que temer; hay que tener miedo en su presencia. Él será para ustedes como una trampa; será la piedra con la que tropezarán, la cual hará caer a los dos reinos de Israel; será como una trampa en la que caerán los habitantes de Jerusalén. Muchos tropezarán, caerán y morirán; muchos caerán en la trampa, y quedarán atrapados.”

Cántico de la Creación  Benedicite, omnia opera Domini

Daniel (dc) 3:57-87

Invocación

Bendigan al Señor, obras todas del Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

En la bóveda celeste, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

I El Orden Cósmico

Bendigan al Señor, ángeles y potestades del Señor, *

cielos y aguas que están sobre los cielos.

Sol y luna, y estrellas del cielo, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, lluvias todas y rocío, *

vientos todos, fuego y calor.

Inviernos y veranos, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, fríos y heladas, *

gotas de rocío y copos de nieve.

Escarchas y fríos, hielos y celliscas, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, noches y días, *

luz radiante y oscuridad acogedora.

Rayos y nubes, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

II La Tierra y sus Criaturas

Bendiga la tierra al Señor, *

alábele y exáltele sobre todo para siempre.

Montes y colinas y cuanto germina en la tierra,

bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, manantiales y fuentes, mares y ríos, *

cetáceos y cuanto se mueve en las aguas.

Aves del cielo, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, bestias silvestres, *

y todos los rebaños y ganados.

Hombres y mujeres de todos los lugares, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

III El Pueblo de Dios

Bendiga al Señor el pueblo de Dios, *

alábele y exáltele sobre todo para siempre.

Sacerdotes y siervos del Señor, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, espíritus y almas de los justos, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Santos y humildes de corazón, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Doxología

Bendigamos al Señor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *

alabémosle y exaltémosle sobre todo para siempre.

En la bóveda celeste, bendito sea el Señor, *

alabado y exaltado sobre todo para siempre.

2 Tesalonicenses 3:6-18

Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier hermano que lleve una conducta indisciplinada y que no siga las tradiciones que recibieron de nosotros. Pues ustedes saben cómo deben vivir para seguir nuestro ejemplo: nosotros no llevamos entre ustedes una conducta indisciplinada, ni hemos comido el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, trabajamos y luchamos día y noche para no serle una carga a ninguno de ustedes. Y ciertamente teníamos el derecho de pedirles a ustedes que nos ayudaran, pero trabajamos para darles el ejemplo que ustedes deben seguir. Cuando estuvimos con ustedes, les dimos esta regla: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. Pero hemos sabido que algunos de ustedes llevan una conducta indisciplinada, muy ocupados en no hacer nada. A tales personas les mandamos y encargamos, por la autoridad del Señor Jesucristo, que trabajen tranquilamente para ganarse la vida. Pero ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien. Si alguno no hace caso a lo que decimos en esta carta, fíjense en quién es y no se junten con él, para que le dé vergüenza. Pero no lo tengan por enemigo, sino amonéstenlo como a hermano. Y que el mismo Señor de la paz les dé la paz a ustedes en todo tiempo y en todas formas. Que el Señor esté con todos ustedes. Yo, Pablo, les escribo este saludo de mi puño y letra. Así firmo todas mis cartas; así escribo. Que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia sobre todos ustedes.

Cántico de los Redimidos    Magna et mirabilia

Apocalipsis 15:3-4

Grandes y asombrosas son tus obras, *

Señor Dios, Rey del universo;

Justos y fidedignos tus caminos, *

oh Rey de los siglos.

¿Quién no te acatará y bendecirá tu Nombre? *

Tú sólo eres el Santo.

Todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, *

Pues tus hechos justos se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

A

V. Señor, muéstranos tu misericordia;

R. Y concédenos tu salvación.

V. Reviste a tus ministros de justicia;

R. Que cante tu pueblo de júbilo.

V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;

R. Porque sólo en ti vivimos seguros.

V. Protege, Señor, a esta nación;

R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.

V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;

R. Y entre los pueblos tu salvación.

V. Señor, que no se olvide a los necesitados;

R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.

V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;

R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Dios de misericordia, que enviaste a tus mensajeros, los profetas, a predicar el arrepentimiento y preparar el camino de nuestra salvación: Danos gracia para atender sus advertencias y abandonar nuestros pecados, a fin de que recibamos gozosamente la venida de Jesucristo nuestro Redentor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Dios todopoderoso, que después de la creación del mundo descansaste de todos tus trabajos, y santificaste un día de reposo para todas tus criaturas: Concede que nosotros, apartando toda ansiedad terrenal, nos dispongamos debidamente para el servicio de tu santuario, y que nuestro descanso aquí en la tierra sea una preparación para el reposo eterno en el cielo, que has prometido a tu pueblo; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

completas

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;

Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión

Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:

Hemos pecado contra ti,

por nuestra propia culpa,

por pensamiento, palabra y obra,

y por lo que hemos dejado de hacer.

Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,

perdona nuestras ofensas

y concédenos que te sirvamos

en novedad de vida,

para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 4   Cum invocarem

Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste;

ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”

Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen.

Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134   Ecce nunc

Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *

los que de noche están de pie en la casa del Señor.

Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *

El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30

Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;

Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.

Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Viernes de la segunda semana de Adviento

VespVierAdvientoII

Oración Vespertina Diaria

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. San Juan 8:12

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante   Phos hilaron

Luz alegrante,

claridad pura del sempiterno Padre celestial,

Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,

y nuestros ojos miran la luz vespertina,

te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,

Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos

con voces gozosas,

oh Hijo de Dios, Dador de la vida;

por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 35

Contiende, oh Señor, con los que contra mí contienden; *

combate a los que me combaten.

Echa mano al escudo y a la armadura, *

y levántate en mi ayuda.

Saca la lanza, y cierra el paso a los que me persiguen; * 

di a mi alma: “Yo soy tu salvación”.

Sean avergonzados y humillados los que buscan mi vida; * 

sean vueltos atrás y abochornados los que mi mal intentan.

Sean como la paja delante del viento, *

y el ángel del Señor los eche fuera.

Sea su camino tenebroso y resbaladizo, *

y el ángel del Señor los persiga;

Porque sin causa me tendieron su red; *

sin causa cavaron hoyo para enredarme vivo.

Sorpréndales la ruina sin que lo sepan; *

y su red que escondieron los prenda;

caigan en el hoyo que cavaron.

Entonces mi alma se alegrará en el Señor; *

se regocijará en su victoria.

Todos mis huesos dirán: “Señor, ¿quién como tú? *

tú libras al afligido del que es más fuerte,

al pobre y menesteroso del que le despoja”.

Se levantan contra mí testigos malvados; *

de lo que no sé, me acusan.

Me devuelven mal por bien, *

abatiendo mi alma.

Mas yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de luto, *

me afligí con ayuno.

Oré con todo mi corazón,

como se ora por un compañero o por un hermano; *

como el que lleva luto por su madre,

enlutado me humillaba.

Pero ellos se alegraron cuando yo tropecé, y se juntaron; se

juntaron contra mí desconocidos; *

los que yo no conocía me despedazaban sin cesar.

Me pusieron a prueba, y se burlaron, *

crujiendo sobre mí sus dientes.

Oh Soberano mió, ¿hasta cuándo verás esto? *

Rescátame de las bestias rugientes,

mi vida de los leoncillos.

Te daré gracias en la gran asamblea; *

te alabaré entre la multitud del pueblo.

No se alegren de mí, mis enemigos traidores, *

ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.

Porque no hablan paz, *

mas contra los mansos de la tierra traman engaños.

Abrieron su boca, y me dijeron: *

“¡Ajá! nuestros ojos lo han visto”.

Tú lo has visto, oh Señor; no calles; *

Soberano mío, no te alejes de mí.

¡Muévete y despierta! ¡A mi causa!  *

A mi defensa, Dios mío y Soberano mío!

Júzgame conforme a tu justicia, oh Señor Dios mío; *

no permitas que triunfen sobre mí.

No digan en su corazón:

“¡Ajá! lo que queríamos”. *

No digan: “Le hemos devorado”.

Sean avergonzados y deshonrados los que de mi mal se alegran; *

vístanse de vergüenza e infamia los que se jactan de mí.

Canten y alégrense los que están a favor de mi causa; * 

digan siempre: “Grande es el Señor, que ama el bienestar de su siervo”.

Y mi lengua hablará de tu justicia, *

y de tu alabanza todo el día.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

San Lucas 22:14-30

Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se sentaron a la mesa. Jesús les dijo: “¡Cuánto he querido celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de mi muerte! Porque les digo que no la celebraré de nuevo hasta que se cumpla en el reino de Dios.” Entonces tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, dijo: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes; porque les digo que no volveré a beber del producto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.” Después tomó el pan en sus manos y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí.” Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre, la cual es derramada en favor de ustedes. Pero ahora la mano del que me va a traicionar está aquí, con la mía, sobre la mesa. Pues el Hijo del hombre ha de recorrer el camino que se le ha señalado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!” Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién sería el traidor. Los discípulos tuvieron una discusión sobre cuál de ellos debía ser considerado el más importante. Jesús les dijo: “Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. Pero ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes tiene que hacerse como el más joven, y el que manda tiene que hacerse como el que sirve. Pues ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa a comer o el que sirve? ¿Acaso no lo es el que se sienta a la mesa? En cambio yo estoy entre ustedes como el que sirve. Ustedes han estado siemcomo mi Padre me lo dio a mí, y ustedes comerán y beberán a mi mesa en mi reino, y se sentarán en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.”

Cántico de Simeón    Nunc dimittis

San Lucas 2:29-32

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

B

V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,

R. Te rogamos, Señor.

Señor Jesucristo, por tu muerte quitaste el aguijón de la muerte: Concede a tus siervos que caminemos de tal modo en la fe hacia el lugar a donde tú nos has precedido, que al fin durmamos apaciblemente en ti, y despertemos a tu semejanza; por amor de tu tierna misericordia. Amén.

Dios de misericordia, que enviaste a tus mensajeros, los profetas, a predicar el arrepentimiento y preparar el camino de nuestra salvación: Danos gracia para atender sus advertencias y abandonar nuestros pecados, a fin de que recibamos gozosamente la venida de Jesucristo nuestro Redentor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General

Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21