Mediodía, el Domingo de la cuarta semana de Cuaresma

622-07117587

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 119    Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *

y lumbrera en mi camino.

He jurado y estoy resuelto *

a guardar tus rectos juicios.

Afligido estoy en gran manera; *

vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.

Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *

y enséñame tus juicios.

Mi vida está siempre en peligro; *

por tanto no olvido tu ley.

Me tendieron lazo los malvados, *

pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Son tus decretos mi herencia eterna, *

en verdad, el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *

eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5

Demos gracias a Dios.

.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;

Y llegue a ti nuestro clamor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, “La paz les dejo, mi paz les doy”: No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Matutina, el Domingo de la cuarta semana de Cuaresma

MatDomCuaresmaIV

Oración Matutina Diaria

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 San Juan 1:8, 9

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Misericordioso y clemente es el Señor: vengan y adorémosle.

Jubilate   Salmo 100

Regocíjense en el Señor, pueblos todos; *

sirvan al Señor con alegría;

vengan ante su presencia con cánticos.

Sepan que el Señor es Dios; *

él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas con acción de gracias,

en sus atrios con alabanza; *

denle gracias, y bendigan su Nombre;

Porque el Señor es bueno;

para siempre es su misericordia; *

su fidelidad perdura de generación en generación.

Salmo 66

Aclamen a Dios, toda la tierra; *

canten la gloria de su Nombre;

canten la gloria de su alabanza.

Digan a Dios: “¡Cuán asombrosas tus obras! *

Por la grandeza de tu poder se someten a ti tus enemigos.

Toda la tierra te adora; *

te canta, canta tu Nombre”.

Vengan, y vean las obras de Dios, *

¡cuán temibles sus proezas para el género humano!

Convirtió el mar en tierra seca,

para que atravesaran el agua a pie; *

y allí nos alegramos en él.

En su poder él se enseñorea eternamente;

sus ojos atalayan sobre las naciones; *

que no se subleven los rebeldes.

Bendigan, pueblos, a nuestro Dios; *

hagan oír la voz de su alabanza.

El es quien preserva a nuestra alma en vida; *

y no permite que nuestros pies resbalen;

Porque tú, oh Dios, nos probaste; *

nos refinaste como refinan la plata.

Nos metiste en la red; *

pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.

Hiciste cabalgar enemigos sobre nuestra cabeza;

atravesamos por fuego y agua; *

pero nos sacaste a un lugar de abundancia.

Entraré a tu casa con holocaustos, y te pagaré mis votos, *

los que pronunciaron mis labios,

y habló mi boca, cuando estaba angustiado.

Te ofreceré holocaustos de animales cebados, con sahumerios de carneros; *

inmolaré bueyes y cabros.

Vengan, oigan, cuantos temen a Dios, *

y les contaré lo que ha hecho conmigo.

A él clamé con mi boca, *

y lo ensalzó mi lengua.

Si yo tuviese maldad en mi corazón, *

mi Soberano no me habría escuchado;

Mas ciertamente me escuchó Dios, *

y atendió a la voz de mi súplica.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración, *

ni me retiró su favor.

Salmo 67

Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga, *

haga resplandecer su rostro y venga a nosotros.

Sean conocidos en la tierra tus caminos, *

en todas las naciones tu salvación.

Te alaben los pueblos, oh Dios; *

todos los pueblos te alaben.

Alégrense las naciones y aclamen con júbilo, *

porque juzgas los pueblos con equidad, y diriges todas las naciones de la tierra.

Te alaben los pueblos, oh Dios; *

todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto; *

nos bendiga Dios, el Dios nuestro.

Dios nos bendiga; *

témanlo todos los confines de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Jeremías 14:1-9, 17-22

Por causa de la sequía, el Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 

“Judá llora de tristeza, 

sus ciudades están afligidas, 

la gente está tendida por el suelo. 

Jerusalén lanza gritos de dolor. 

Los ricos mandan a sus criados por agua; 

estos van a las cisternas, pero no la encuentran, 

y vuelven con sus cántaros vacíos; 

defraudados y llenos de vergüenza, 

se cubren la cabeza. 

Los campesinos se sienten defraudados 

y se cubren la cabeza, 

porque falta la lluvia 

y la tierra está reseca. 

Aun las ciervas, en el campo, 

abandonan sus crías recién nacidas, 

porque no hay hierba que comer. 

Los asnos salvajes, 

parados en las lomas desiertas, 

toman aire como los chacales; 

y la vista se les nubla 

porque no hay pasto que comer.”

¡Señor, aunque nuestros pecados nos acusan, 

actúa por el honor de tu nombre! 

Muchas veces te hemos sido infieles, 

hemos pecado contra ti. 

Esperanza de Israel, 

salvador nuestro en tiempos difíciles, 

¿por qué te portas como un extraño en el país, 

como un viajero que solo se queda a pasar la noche? 

¿Por qué estás como un hombre aturdido, 

como un guerrero que no puede ayudar? 

Pero, Señor, tú estás en medio de nosotros, 

todos saben que somos tu pueblo; 

¡no nos abandones!

Di al pueblo lo siguiente: 

‘Que broten lágrimas de mis ojos 

día y noche, sin cesar, 

por la terrible desgracia de mi pueblo, 

por la gravedad de su herida. 

Salgo al campo, y veo los cadáveres 

de los muertos en batalla; 

entro en la ciudad, y veo gente 

que se está muriendo de hambre, 

Aun los profetas y los sacerdotes 

se van a un país desconocido.’ “

Señor, ¿has rechazado del todo a Judá? 

¿Te has cansado de la ciudad de Sión? 

¿Por qué nos heriste irremediablemente? 

Esperábamos prosperidad, 

pero nada bueno nos ha llegado. 

Esperábamos salud, 

pero solo hay espanto. 

Reconocemos, Señor, nuestra maldad 

y la culpa de nuestros antepasados; 

hemos pecado contra ti. 

¡Por el honor de tu nombre, no nos rechaces; 

no trates con desprecio a la ciudad 

donde está tu glorioso trono! 

¡Recuerda la alianza que hiciste con nosotros, 

no faltes a ella! 

¿Hay acaso entre los ídolos paganos 

alguno que pueda hacer llover? 

¿Acaso el cielo envía los aguaceros por sí mismo? 

¡No, Señor y Dios nuestro! 

Tú eres quien los envía, 

tú eres quien hace todas estas cosas; 

¡por eso esperamos en ti!

Cántico de Penitencia   Kyrie Pantokrator

Oración de Manasés 1-2, 4, 6-7, 11-15

Señor Dios, Rey del universo, *

Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,

y de todo su justo linaje:

Tú hiciste los cielos y la tierra, *

con toda su inmensa formación.

Ante tu presencia todas las cosas se estremecen con temor;

tiemblan a causa de tu poder.

Sin embargo, tu benigna promesa es inmensurable, *

y sobrepasa cuanto podemos sondear.

Señor, tu compasión es abundante, *

paciente y rica en misericordia.

Retienes tu mano; *

no nos castigas como lo merecemos.

Por tu gran bondad, Señor,

has prometido el perdón a los pecadores, *

para que se arrepientan de su pecado y sean salvos.

Ahora, Señor, doblo la rodilla de mi corazón, *

y apelo a ti, confiado en tu bondad misericordiosa.

He pecado, oh Señor, he pecado, *

y reconozco a fondo mi iniquidad.

Por tanto, humildemente te imploro: *

¡Perdóname, Señor, perdóname!

No permitas que perezca en mi pecado, *

ni me condenes a las honduras del abismo.

Pues tú, Señor, eres Dios de los que se arrepienten, *

y en mí manifestarás tu benevolencia.

Indigno como soy, tú me salvarás,

de acuerdo con tu piedad inmensa, *

y cantaré sin cesar tus alabanzas todos los días

de mi vida.

Todas las potestades celestiales te aclaman, *

y tuya es la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Gálatas 4:21 – 5:1

Díganme una cosa, ustedes, los que quieren someterse a la ley: ¿Acaso no han escuchado lo que la ley dice?  Pues dice que Abraham tuvo dos hijos: uno de una esclava,  y el otro de su propia esposa, que era libre.  El hijo de la esclava nació de modo puramente humano; pero el hijo de la libre nació para que se cumpliera lo que Dios había prometido.  Esto tiene un sentido simbólico; las dos mujeres representan dos alianzas: una es la del monte Sinaí, y está representada por Agar, que fue la madre del que habría de ser esclavo.  Pues Agar representa el monte Sinaí, en Arabia, que corresponde a la actual Jerusalén, ya que esta ciudad está sometida a esclavitud junto con sus hijos.  Pero la Jerusalén celestial es libre, y nosotros somos hijos suyos.  Porque la Escritura dice: “Alégrate, mujer estéril, tú que no tienes hijos; grita de alegría, tú que no conoces los dolores de parto. Porque la mujer que fue abandonada tendrá más hijos que la mujer que tiene esposo.” Hermanos, ustedes son como Isaac: son los hijos que Dios había prometido. Pero así como en aquel tiempo el hijo que nació de modo puramente humano perseguía al hijo que nació por obra del Espíritu, así sucede también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Pues dice: “Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no puede compartir la herencia con el hijo de la libre.” De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.

Cántico de Zacarías  Benedictus Dominus Deus

San Lucas 1:68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

Suscitándonos un poderoso Salvador *

en la casa de David su siervo,

Según lo había predicho desde antiguo *

por boca de sus santos profetas.

Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,

y de la mano de todos los que nos odian,

Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos, *

le sirvamos con santidad y justicia

en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *

porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *

Anunciando a su pueblo la salvación, *

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *

nos visitará el sol que nace de lo alto,

Para iluminar a los que viven en tinieblas y

en sombra de muerte, *

para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

A

V. Señor, muéstranos tu misericordia;

R. Y concédenos tu salvación.

V. Reviste a tus ministros de justicia;

R. Que cante tu pueblo de júbilo.

V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;

R. Porque sólo en ti vivimos seguros.

V. Protege, Señor, a esta nación;

R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.

V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;

R. Y entre los pueblos tu salvación.

V. Señor, que no se olvide a los necesitados;

R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.

V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;

R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, tú nos alegras con el recuerdo semanal de la gloriosa resurrección de tu Hijo nuestro Señor: Concédenos tal bendición en este día, mediante nuestra adoración, que ocupemos todos los días de esta semana en tu favor; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Padre bondadoso, cuyo bendito Hijo Jesucristo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que él viva en nosotros y nosotros en él; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

Completas 2

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;

Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión

Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:

Hemos pecado contra ti,

por nuestra propia culpa,

por pensamiento, palabra y obra,

y por lo que hemos dejado de hacer.

Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,

perdona nuestras ofensas

y concédenos que te sirvamos

en novedad de vida,

para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 4   Cum invocarem

Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste;

ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”

Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen.

Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *q

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134   Ecce nunc

Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *

los que de noche están de pie en la casa del Señor.

Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *

El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30

Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;

Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.

Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Sábado de la tercera semana de Cuaresma

VespSábCuaresmaIII

Oración Vespertina Diaria

Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1:2

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Luz Alegrante   Phos hilaron

Luz alegrante,

claridad pura del sempiterno Padre celestial,

Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,

y nuestros ojos miran la luz vespertina,

te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,

Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos

con voces gozosas,

oh Hijo de Dios, Dador de la vida;

por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 136

Den gracias al Señor, porque es bueno, *

porque para siempre es su misericordia.

Den gracias al Dios de los dioses, *

porque para siempre es su misericordia.

Den gracias al Señor de los señores, *

porque para siempre es su misericordia.

Al único que hace grandes maravillas, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que hizo los cielos con sabiduría, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que extendió la tierra sobre las aguas, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que hizo las grandes lumbreras, *

porque para siempre es su misericordia:

El sol para que señorease de día, *

porque para siempre es su misericordia;

La luna y las estrellas para que señoreasen de noche, *

porque para siempre es su misericordia.

Al que hirió a los primogénitos de Egipto, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que sacó a Israel de en medio de ellos, *

porque para siempre es su misericordia,

Con mano fuerte, y brazo extendido, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que dividió en dos el Mar Rojo, *

porque para siempre es su misericordia,

E hizo pasar a Israel por en medio de él, *

porque para siempre es su misericordia,

Pero arrojó a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que condujo a su pueblo por el desierto, *

porque para siempre es su misericordia.

Al que derribó a grandes reinos, *

porque para siempre es su misericordia,

Y mató a reyes poderosos, *

porque para siempre es su misericordia:

A Sehón, rey amorreo, *

porque para siempre es su misericordia,

Y a Og, rey de Basán, *

porque para siempre es su misericordia;

Y dio la tierra de ellos en heredad, *

porque para siempre es su misericordia,

En heredad a Israel su siervo, *

porque para siempre es su misericordia.

Al que se acordó de nosotros en nuestro abatimiento, *

porque para siempre es su misericordia,

Y nos libró de nuestros enemigos, *

porque para siempre es su misericordia;

Al que da alimento a toda criatura, *

porque para siempre es su misericordia.

Den gracias al Dios de los cielos, *

porque para siempre es su misericordia

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

San Juan 8:47-59

Los judíos le dijeron entonces: “Tenemos razón cuando decimos que eres un samaritano y que tienes un demonio.” Jesús les contestó: “No tengo ningún demonio. Lo que hago es honrar a mi Padre; en cambio, ustedes me deshonran. Yo no busco mi gloria; hay alguien que la busca, y él es el que juzga. Les aseguro que quien hace caso de mi palabra, no morirá.” Los judíos le contestaron: “Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham y todos los profetas murieron, y tú dices: ‘El que hace caso de mi palabra, no morirá.’ ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham? Él murió, y los profetas también murieron. ¿Quién te has creído que eres?” Jesús les contestó: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no vale nada. Pero el que me glorifica es mi Padre, el mismo que ustedes dicen que es su Dios. Pero ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería yo tan mentiroso como ustedes. Pero ciertamente lo conozco, y hago caso de su palabra. Abraham, el antepasado de ustedes, se alegró porque iba a ver mi día; y lo vio, y se llenó de gozo.” Los judíos dijeron a Jesús: “Todavía no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Jesús les contestó: “Les aseguro que yo existo desde antes que existiera Abraham.” Entonces ellos tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo.

Cántico de María  Magnificat

San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;

su Nombre es santo.

Su misericordia llega a sus fieles, *

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo; *

dispersa a los soberbios de corazón.

Derriba del trono a los poderosos, *

y enaltece a los humildes.

A los hambrientos los colma de bienes, *

y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, *

acordándose de la misericordia,

Como lo había prometido a nuestros padres, *

en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

B

V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,

R. Te rogamos, Señor.

Oh Dios, fuente de luz eterna: Derrama tu día interminable sobre los que aguardamos tu venida, para que nuestros labios te alaben, nuestras vidas te bendigan y nuestra adoración en la mañana te dé gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Dios todopoderoso, tú sabes que en nosotros no hay poder para ayudarnos: Guárdanos tanto exteriormente en cuerpo como interiormente en alma, para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan sobrevenir al cuerpo, y de los malos pensamientos que puedan asaltar y herir el alma; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General

Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

Mediodía 2

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *

y lumbrera en mi camino.

He jurado y estoy resuelto *

a guardar tus rectos juicios.

Afligido estoy en gran manera; *

vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.

Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *

y enséñame tus juicios.

Mi vida está siempre en peligro; *

por tanto no olvido tu ley.

Me tendieron lazo los malvados, *

pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Son tus decretos mi herencia eterna, *

en verdad, el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *

eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5

Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;

Y llegue a ti nuestro clamor.

Padre celestial, envía tu Santo Espíritu a nuestros corazones, para que nos dirija y gobierne según tu voluntad, nos consuele en todas nuestras aflicciones, nos defienda de todo error, y nos conduzca a toda verdad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Matutina, el Sábado de la tercera semana de Cuaresma

MatSábCuaresmaIII

Oración Matutina Diaria

Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. San Lucas 15:18, 19

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

El Señor ha manifestado su gloria: vengan y adorémosle.

Venite  Salmo 95:1-7

Vengan, cantemos alegremente al Señor; *

aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.

Lleguemos ante su presencia con alabanza,  *

vitoreándole con cánticos;

Porque el Señor es Dios grande, *

y Rey grande sobre todos los dioses.

En su mano están las profundidades de la tierra, *

y las alturas de los montes son suyas.

Suyo el mar, pues él lo hizo, *

y sus manos formaron la tierra seca.

Vengan, adoremos y postrémonos; *

arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;

Porque él es nuestro Dios;

nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *

¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 87

En el monte santo está la ciudad que él fundó; *

ama el Señor las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob.

De ti se dicen cosas gloriosas, *

oh ciudad de nuestro Dios.

Cuento a Egipto y a Babilonia entre los que me conocen; *

he aquí, Filistea, Tiro y Etiopía: en Sión fueron nacidos.

De Sión se dirá: “Todos han nacido en ella, *

y el Altísimo mismo la sostendrá”.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: *

“Estos también nacieron allí”.

Los cantores y los que danzan dirán: *

“Todas mis fuentes están en ti”.

Salmo 90

Oh Soberano mío, tú has sido nuestro refugio *

de generación en generación.

Antes que naciesen los montes, o fueran engendrados la tierra y el mundo, *

desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

Devuelves el hombre al polvo, diciendo: *

“Retorna, hijo de Adán”.

Porque mil años delante de tus ojos son como el ayer, que pasó, *

y como una vigilia en la noche.

Nos arrebatas como en un sueño, *

como la hierba que pronto se marchita:

Por la mañana florece y crece; *

por la tarde es cortada y se seca;

Porque en tu furor somos consumidos, *

y por tu indignación somos conturbados.

Pusiste nuestras iniquidades ante ti, *

nuestros pecados secretos a la luz de tu rostro.

Todos nuestros días fallecen a causa de tu ira; *

acabamos nuestros años como un suspiro.

Los días de nuestra vida son setenta años,

y quizás en los más robustos hasta ochenta; *

con todo, la suma de ellos es sólo pesar y trabajo,

porque pronto pasan, y desaparecemos.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira? *

¿Quién teme debidamente tu indignación?

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, *

que traigamos al corazón sabiduría.

Vuélvete, oh Señor, ¿hasta cuándo tardarás?  *

Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, *

y así cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

Alégranos conforme a los días que nos afligiste, *

y a los años en que sufrimos desdichas.

Que tus siervos vean tus obras, *

y su descendencia tu gloria.

Sea la bondad del Señor nuestro Dios sobre nosotros, *

0y haga prosperar las obras de nuestras manos; 

sí, haga prosperar nuestras obras.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Jeremías 13:1-11

El Señor me dijo: “Ve y cómprate un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo mojes con agua.” Yo compré el cinturón, como el Señor me lo había ordenado, y me lo puse en la cintura. Entonces me habló de nuevo el Señor y me dijo: “Toma el cinturón que compraste y que tienes puesto, vete al río Éufrates y escóndelo allí, en la grieta de una roca.” Fui entonces al río Éufrates y lo escondí, como el Señor me lo había ordenado. Al cabo de mucho tiempo, el Señor me dijo: “Ve al río Éufrates y trae el cinturón que te ordené que escondieras allá.” Fui al río Éufrates, busqué en la tierra y saqué el cinturón del sitio en que lo había escondido, pero ya estaba podrido y no servía para nada. Entonces el Señor se dirigió a mí una vez más, y me dijo: “De esta misma manera destruiré el orgullo de Judá y Jerusalén. Este pueblo malvado se niega a obedecer mis órdenes y sigue tercamente las inclinaciones de su corazón. Se ha ido tras otros dioses, para servirlos y adorarlos. Es como ese cinturón, que no sirve para nada. Así como uno se aprieta el cinturón alrededor de la cintura, así tuve a todo el pueblo de Israel y a todo el pueblo de Judá muy unidos a mí, para que fueran mi pueblo y dieran a conocer mi nombre, y fueran mi honor y mi gloria. Pero no me obedecieron. Yo, el Señor, lo afirmo.”

Cántico de la Creación  Benedicite, omnia opera Domini

Daniel (dc) 3:57-87

Invocación

Bendigan al Señor, obras todas del Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

En la bóveda celeste, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

I El Orden Cósmico

Bendigan al Señor, ángeles y potestades del Señor, *

cielos y aguas que están sobre los cielos.

Sol y luna, y estrellas del cielo, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, lluvias todas y rocío, *

vientos todos, fuego y calor.

Inviernos y veranos, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, fríos y heladas, *

gotas de rocío y copos de nieve.

Escarchas y fríos, hielos y celliscas, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, noches y días, *

luz radiante y oscuridad acogedora.

Rayos y nubes, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

II La Tierra y sus Criaturas

Bendiga la tierra al Señor, *

alábele y exáltele sobre todo para siempre.

Montes y colinas y cuanto germina en la tierra,

bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, manantiales y fuentes, mares y ríos, *

cetáceos y cuanto se mueve en las aguas.

Aves del cielo, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, bestias silvestres, *

y todos los rebaños y ganados.

Hombres y mujeres de todos los lugares, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

III El Pueblo de Dios

Bendiga al Señor el pueblo de Dios, *

alábele y exáltele sobre todo para siempre.

Sacerdotes y siervos del Señor, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Bendigan al Señor, espíritus y almas de los justos, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Santos y humildes de corazón, bendigan al Señor, *

alábenle y exáltenle sobre todo para siempre.

Doxología

Bendigamos al Señor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *

alabémosle y exaltémosle sobre todo para siempre.

En la bóveda celeste, bendito sea el Señor, *

alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Romanos 6:12-23

Por lo tanto, no dejen ustedes que el pecado siga dominando en su cuerpo mortal y que los siga obligando a obedecer los deseos del cuerpo. No entreguen su cuerpo al pecado, como instrumento para hacer lo malo. Al contrario, entréguense a Dios, como personas que han muerto y han vuelto a vivir, y entréguenle su cuerpo como instrumento para hacer lo que es justo ante él. Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, pues no están sujetos a la ley sino a la bondad de Dios.  ¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sujetos a la ley sino a la bondad de Dios? ¡Claro que no! Ustedes saben muy bien que si se entregan como esclavos a un amo para obedecerlo, entonces son esclavos de ese amo a quien obedecen. Y esto es así, tanto si obedecen al pecado, lo cual lleva a la muerte, como si obedecen a Dios para vivir en la justicia. Pero gracias a Dios que ustedes, que antes eran esclavos del pecado, ya han obedecido de corazón a la forma de enseñanza que han recibido. Una vez libres de la esclavitud del pecado, ustedes han entrado al servicio de la justicia. (Hablo en términos humanos, porque ustedes, por su debilidad, no pueden entender bien estas cosas.) De modo que, así como antes entregaron su cuerpo al servicio de la impureza y la maldad para hacer lo malo, entreguen también ahora su cuerpo al servicio de la justicia, con el fin de llevar una vida santa. Cuando ustedes todavía eran esclavos del pecado, no estaban al servicio de la justicia; pero ¿qué provecho sacaron entonces? Ahora ustedes se avergüenzan de esas cosas, pues solo llevan a la muerte. Pero ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios. Esto sí les es provechoso, pues el resultado es la vida santa y, finalmente, la vida eterna. El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.

Cántico de los Redimidos  Magna et mirabilia

Apocalipsis 15:3-4

Grandes y asombrosas son tus obras, *

Señor Dios, Rey del universo;

Justos y fidedignos tus caminos, *

oh Rey de los siglos.

¿Quién no te acatará y bendecirá tu Nombre? *

Tú sólo eres el Santo.

Todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, *

Pues tus hechos justos se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

A

V. Señor, muéstranos tu misericordia;

R. Y concédenos tu salvación.

V. Reviste a tus ministros de justicia;

R. Que cante tu pueblo de júbilo.

V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;

R. Porque sólo en ti vivimos seguros.

V. Protege, Señor, a esta nación;

R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.

V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;

R. Y entre los pueblos tu salvación.

V. Señor, que no se olvide a los necesitados;

R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.

V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;

R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Dios todopoderoso, tú sabes que en nosotros no hay poder para ayudarnos: Guárdanos tanto exteriormente en cuerpo como interiormente en alma, para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan sobrevenir al cuerpo, y de los malos pensamientos que puedan asaltar y herir el alma; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Dios todopoderoso, que después de la creación del mundo descansaste de todos tus trabajos, y santificaste un día de reposo para todas tus criaturas: Concede que nosotros, apartando toda ansiedad terrenal, nos dispongamos debidamente para el servicio de tu santuario, y que nuestro descanso aquí en la tierra sea una preparación para el reposo eterno en el cielo, que has prometido a tu pueblo; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Completas

completas

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;

Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión

Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:

Hemos pecado contra ti,

por nuestra propia culpa,

por pensamiento, palabra y obra,

y por lo que hemos dejado de hacer.

Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,

perdona nuestras ofensas

y concédenos que te sirvamos

en novedad de vida,

para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 4   Cum invocarem

Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *

cuando estaba en angustia, tú me libraste;

ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

“Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *

amarán la vanidad, y buscarán la mentira?”

Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *

el Señor oirá cuando yo a él clamare.

Tiemblen y no pequen; *

mediten en su corazón estando en su cama, y callen.

Ofrezcan sacrificios rectos, *

y confíen en el Señor.

Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” *

Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.

Tú diste alegría a mi corazón, *

mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *

porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.

Salmo 134   Ecce nunc

Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *

los que de noche están de pie en la casa del Señor.

Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *

El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. San Mateo 11:28-30

Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;

Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.

Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

Vespertina, el Viernes de la tercera semana de Cuaresma

VespVierCuaresmaIII

Oración Vespertina Diaria

Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1:2

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Luz Alegrante   Phos hilaron

Luz alegrante,

claridad pura del sempiterno Padre celestial,

Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,

y nuestros ojos miran la luz vespertina,

te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,

Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos

con voces gozosas,

oh Hijo de Dios, Dador de la vida;

por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 91

El que habita al abrigo del Altísimo, *

mora bajo la sombra del Omnipotente.

Dirá al Señor: “Refugio mío y castillo mío, *

mi Dios, en quien confío”.

El te librará del lazo del cazador, *

de la peste destructora.

Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; *

escudo y adarga será su fidelidad.

No temerás espanto nocturno, *

ni saeta que vuele de día;

Ni pestilencia que acecha en la oscuridad, *

ni enfermedad que a mediodía desola.

Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra, *

mas a ti no te alcanzará.

Ciertamente con tus ojos mirarás, *

y verás la recompensa de los malvados;

Porque hiciste del Señor tu refugio, *

del Altísimo, tu habitación,

No te sobrevendrá mal alguno, *

ni plaga tocará tu morada.

Pues a sus ángeles mandará cerca de ti, *

que te guarden en todos tus caminos.

En las manos te llevarán, *

para que tu pie no tropiece en piedra.

Sobre el león y el áspid pisarás; *

hollarás al cachorro del león y a la serpiente.

“Por cuanto ha hecho pacto de amor conmigo, yo lo libraré; *

lo protegeré, por cuanto ha conocido mi Nombre.

Me invocará, y yo le responderé; *

con él estaré en la angustia; lo libraré, y le glorificaré.

Lo saciaré de largos días, *

y le mostraré mi salvación”.

Salmo 92

Bueno es darte gracias, oh Señor, *

y cantar alabanzas a tu Nombre, oh Altísimo;

Anunciar por la mañana tu misericordia, *

y tu fidelidad por la noche;

En la cítara y en la lira, *

y con la melodía del arpa;

Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus hazañas; *

las obras de tus manos aclamo con júbilo.

¡Cuán grandes son tus obras, oh Señor!  *

¡Qué profundos tus designios!

El tonto no sabe, y el necio no entiende, *

que si bien los malvados crecen como la hierba,

y florecen todos los que hacen iniquidad;

Florecen sólo para ser destruidos eternamente; *

mas tú, oh Señor, eres excelso por siempre jamás;

Porque he aquí, tus enemigos, oh Señor, he aquí, perecerán tus enemigos, *

y serán esparcidos todos los que hacen iniquidad.

Pero tú aumentaste mis fuerzas como las del búfalo; *

me ungiste con aceite fresco.

Mis ojos se han regocijado ante la huida de mis enemigos, *

y mis oídos ante la derrota de los malignos,

de los que se levantaron contra mí.

Los justos florecerán como palmera; *

se alzarán como cedros del Líbano;

Los plantados en la casa del Señor *

florecerán en los atrios de nuestro Dios.

En la vejez seguirán dando fruto, *

y estarán lozanos y frondosos,

Para proclamar la rectitud del Señor, *

mi Roca, en quien no existe falta.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

San Juan 8:33-47

Ellos le contestaron: “Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie; ¿cómo dices tú que seremos libres?” Jesús les dijo: “Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado. Un esclavo no pertenece para siempre a la familia; pero un hijo sí pertenece para siempre a la familia. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres. Ya sé que ustedes son descendientes de Abraham; pero quieren matarme porque no aceptan mi palabra. Yo hablo de lo que el Padre me ha mostrado; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.” Ellos le dijeron: “¡Nuestro padre es Abraham!” Pero Jesús les contestó: “Si ustedes fueran de veras hijos de Abraham, harían lo que él hizo. Sin embargo, aunque les he dicho la verdad que Dios me ha enseñado, ustedes quieren matarme. ¡Abraham nunca hizo nada así! Ustedes hacen lo mismo que hace su padre.” Ellos le dijeron: “¡Nosotros no somos hijos bastardos; tenemos un solo Padre, que es Dios!” Jesús les contestó: “Si de veras Dios fuera su padre, ustedes me amarían, porque yo vengo de Dios y aquí estoy. No he venido por mi propia cuenta, sino que Dios me ha enviado. ¿Por qué no pueden entender ustedes mi mensaje? Pues simplemente porque no pueden escuchar mi palabra. El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere. El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque es mentiroso y es el padre de la mentira. Pero como yo digo la verdad, ustedes no me creen. ¿Quién de ustedes puede demostrar que yo tengo algún pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creen? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; pero como ustedes no son de Dios, no quieren escuchar.”

Cántico de Simeón  Nunc dimittis

San Lucas 2:29-32

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *

conforme a tu palabra, en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *

a quien has presentado ante todos los pueblos:

Luz para alumbrar a las naciones, *

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

B

V. Que esta noche sea santa, buena y pacífica,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,

R. Te rogamos, Señor.

V. Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.

R. Te rogamos, Señor.

V. Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,

R. Te rogamos, Señor.

Señor Jesucristo, por tu muerte quitaste el aguijón de la muerte: Concede a tus siervos que caminemos de tal modo en la fe hacia el lugar a donde tú nos has precedido, que al fin durmamos apaciblemente en ti, y despertemos a tu semejanza; por amor de tu tierna misericordia. Amén.

Dios todopoderoso, tú sabes que en nosotros no hay poder para ayudarnos: Guárdanos tanto exteriormente en cuerpo como interiormente en alma, para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan sobrevenir al cuerpo, y de los malos pensamientos que puedan asaltar y herir el alma; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General

Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Mediodía

mediodía

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 119    Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *

y lumbrera en mi camino.

He jurado y estoy resuelto *

a guardar tus rectos juicios.

Afligido estoy en gran manera; *

vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.

Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *

y enséñame tus juicios.

Mi vida está siempre en peligro; *

por tanto no olvido tu ley.

Me tendieron lazo los malvados, *

pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Son tus decretos mi herencia eterna, *

en verdad, el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *

eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5

Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;

Y llegue a ti nuestro clamor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, “La paz les dejo, mi paz les doy”: No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia; y concédenos la paz y la unidad de esa Ciudad celestial; donde con el Padre y el Espíritu Santo tú vives y reinas ahora y por siempre. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

Matutina, el Viernes de la tercera semana de Cuaresma

MatVierCuaresmaIII

Oración Matutina Diaria

Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. San Lucas 15:18, 19

Confesión de Pecado

Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Misericordioso y clemente es el Señor: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7

Vengan, cantemos alegremente al Señor; *

aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.

Lleguemos ante su presencia con alabanza,  *

vitoreándole con cánticos;

Porque el Señor es Dios grande, *

y Rey grande sobre todos los dioses.

En su mano están las profundidades de la tierra, *

y las alturas de los montes son suyas.

Suyo el mar, pues él lo hizo, *

y sus manos formaron la tierra seca.

Vengan, adoremos y postrémonos; *

arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;

Porque él es nuestro Dios;

nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *

¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 88

Oh Señor, mi Dios, mi Salvador, *

día y noche clamo a ti.

Llegue mi oración a tu presencia; *

inclina tu oído a mi lamento;

Porque estoy hastiado de desdichas, *

y mi vida está al borde de la tumba.

Soy contado entre los que bajan a la fosa; *

soy como un inválido,

Perdido entre los muertos, *

como los caídos que yacen en el sepulcro,

De quienes no te acuerdas ya, *

porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo profundo de la fosa, *

en las tinieblas y en el abismo.

Pesa duramente sobre mí tu ira; *

todas tus grandes olas me hunden.

Has alejado de mí a mis amigos; me has puesto por abominación ante ellos; *

encerrado estoy, y no puedo salir.

Los ojos se me nublan a causa de mi aflicción; *

todos los días te he invocado, oh Señor; he extendido a ti mis manos.

¿Harás maravillas por los difuntos? *

¿Se levantarán para darte gracias los que han muerto?

¿Será anunciada en el sepulcro tu misericordia, *

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas, *

o tu justicia en el país del olvido?

Mas yo, oh Señor, te pido auxilio; *

de mañana mi oración se presentará delante de ti.

¿Por qué, oh Señor, me has rechazado? *

¿Por qué escondes de mí tu rostro?

Desde niño, he sido desgraciado y he estado al borde de la muerte; *

he soportado tus terrores con mente medrosa.

Sobre mí ha pasado tu ira flamante, *

y me han consumido tus terrores.

Me rodean como un diluvio todo el día; *

a una me han cercado.

Has alejado de mí al amigo y al vecino, *

y la oscuridad es mi única compañera.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *

como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Jeremías 11:1-8, 14-20

El Señor se dirigió a mí, Jeremías, y me dijo: “Que los israelitas pongan atención a los términos de esta alianza. Habla a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén, y diles que yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro maldito al que no obedezca los términos de esta alianza. Es la alianza que hice con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, país que era para ellos como un horno de fundir hierro. Les dije: Obedézcanme, hagan todo lo que yo les ordene y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Si ustedes me hacen caso, yo cumpliré el juramento que hice a sus antepasados, de darles una tierra, la tierra que ahora tienen, donde la leche y la miel corren como el agua.” Y yo respondí: “Sí, Señor.” Entonces el Señor me dijo: “Proclama este mensaje en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Di a la gente: ‘Escuchen cuáles son los términos de esta alianza, y cúmplanlos. Cuando yo saqué de Egipto a los antepasados de ustedes, les advertí solemnemente que me hicieran caso, y desde entonces hasta ahora se lo he seguido advirtiendo. Pero no me hicieron caso ni me obedecieron, sino que tercamente se dejaron llevar por las malas inclinaciones de su corazón. No quisieron cumplir los términos que yo les había ordenado, y entonces hice que les vinieran los castigos anunciados en la alianza.’ ” Así que tú, Jeremías, no ores en favor de este pueblo; no me ofrezcas oraciones ni súplicas por ellos, porque no voy a escucharlos cuando me pidan ayuda en medio de la calamidad.  “¿Qué busca Israel, mi amada, en mi templo, después de haber hecho tantas cosas malas?  ¿Acaso la grasa y la carne de los sacrificios alejarán de ti la desgracia, y podrás así escapar?” El Señor te había llamado “olivo frondoso, cargado de hermosos frutos.” Pero en medio de fuertes truenos él prendió fuego a tus hojas y arden tus ramas. El Señor todopoderoso, que te plantó, ha ordenado la calamidad contra ti por causa de las maldades que Israel y Judá han cometido, pues lo han ofendido ofreciendo incienso a Baal. El Señor me hizo saber que mis enemigos estaban tramando algo malo. Él me abrió los ojos, para que me diera cuenta. Yo estaba tranquilo, como un cordero que llevan al matadero, sin saber que estaban haciendo planes contra mí. Decían: “Cortemos el árbol ahora que está en todo su vigor; arranquémoslo de este mundo de los vivientes, para que nadie vuelva a acordarse de él.”  Pero tú, Señor todopoderoso, eres un juez justo; tú conoces hasta lo más íntimo del hombre. Hazme ver cómo castigas a esa gente, pues he puesto mi causa en tus manos.

Cántico de Penitencia   Kyrie Pantokrator

Oración de Manasés 1-2, 4, 6-7, 11-15

Señor Dios, Rey del universo, *

Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,

y de todo su justo linaje:

Tú hiciste los cielos y la tierra, *

con toda su inmensa formación.

Ante tu presencia todas las cosas se estremecen con temor;

tiemblan a causa de tu poder.

Sin embargo, tu benigna promesa es inmensurable, *

y sobrepasa cuanto podemos sondear.

Señor, tu compasión es abundante, *

paciente y rica en misericordia.

Retienes tu mano; *

no nos castigas como lo merecemos.

Por tu gran bondad, Señor,

has prometido el perdón a los pecadores, *

para que se arrepientan de su pecado y sean salvos.

Ahora, Señor, doblo la rodilla de mi corazón, *

y apelo a ti, confiado en tu bondad misericordiosa.

He pecado, oh Señor, he pecado, *

y reconozco a fondo mi iniquidad.

Por tanto, humildemente te imploro: *

¡Perdóname, Señor, perdóname!

No permitas que perezca en mi pecado, *

ni me condenes a las honduras del abismo.

Pues tú, Señor, eres Dios de los que se arrepienten, *

y en mí manifestarás tu benevolencia.

Indigno como soy, tú me salvarás,

de acuerdo con tu piedad inmensa, *

y cantaré sin cesar tus alabanzas todos los días

de mi vida.

Todas las potestades celestiales te aclaman, *

y tuya es la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Romanos 6:1-11

¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso? ¡Claro que no! Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado? ¿No saben ustedes que, al quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedamos unidos a su muerte? Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre. Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado. Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él. Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios. Así también, ustedes considérense muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús.

Cántico al Cordero  Dignus es

Apocalipsis 4:11; 5:9-10, 13

Digno es, Señor nuestro Dios, *

atribuirte la gloria, el honor y el poder;

Porque tú has creado el universo, *

y por tu voluntad existió y fue creado.

Y digno es atribuir lo mismo a ti, Cordero inmolado, *

porque con tu sangre compraste para Dios,

De toda raza, lengua, pueblo y nación, *

un reino de sacerdotes para servir a nuestro Dios.

Por tanto, al que está sentado en el trono, *

y a Cristo el Cordero,

Sean adoración y honor, gloria y señorío, *

por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso,

creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo

y nació de la Virgen María.

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Subió a los cielos,

y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de los muertos,

y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad,

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino,

tuyo es el poder,

y tuya es la gloria,

ahora y por siempre. Amén.

A

V. Señor, muéstranos tu misericordia;

R. Y concédenos tu salvación.

V. Reviste a tus ministros de justicia;

R. Que cante tu pueblo de júbilo.

V. Establece, Señor, la paz en todo el mundo;

R. Porque sólo en ti vivimos seguros.

V. Protege, Señor, a esta nación;

R. Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.

V. Que se conozcan en la tierra tus caminos;

R. Y entre los pueblos tu salvación.

V. Señor, que no se olvide a los necesitados;

R. Ni se arranque la esperanza a los pobres.

V. Señor, crea en nosotros un corazón limpio;

R. Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Dios todopoderoso, tú sabes que en nosotros no hay poder para ayudarnos: Guárdanos tanto exteriormente en cuerpo como interiormente en alma, para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan sobrevenir al cuerpo, y de los malos pensamientos que puedan asaltar y herir el alma; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Dios todopoderoso, cuyo muy amado Hijo no ascendió al gozo de tu presencia sin antes padecer, ni entró en gloria sin antes ser crucificado: Concédenos, por tu misericordia, que nosotros, caminando por la vía de la cruz, encontremos que ésta es la vía de la vida y de la paz; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.

Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14